Redacción Farmacosalud.com
De los stents biodegradables no está todo dicho. Ni muchos menos. Si bien ya se ha demostrado que son igual de eficaces que los stents convencionales (metálicos) a la hora de tratar un infarto de miocardio, ahora se plantea la posibilidad de que los pacientes que se han beneficiado de los dispositivos que tarde o temprano desaparecen por sí solos del cuerpo noten menos anginas de pecho o dolores torácicos durante el seguimiento médico al que se someten tras el implante. El tiempo dirá. Por ahora, todo parece indicar que podría funcionar en ese aspecto.
Los stents biodegradables están hechos de ácido poliláctico, un polímero que se degrada por sí solo al cabo de unos 2-3 años de su implantación en las arterias -los primeros stents biodegradables desaparecían en un año y medio o dos años-. Técnicamente hablando, el plazo de desaparición lo marca la conexión de las uniones covalentes* del polímero. Es decir, el material tarda más o menos tiempo en volatilizarse en función de cómo estén acomodados sus compuestos.
“Es como poner un terrón de azúcar en el café: el terrón se va degradando”
“Estos dispositivos son inocuos para los pacientes. El material utilizado es natural, es bastante biocompatible y no se degrada con un material tóxico para el cuerpo, sino con agua y CO2 (el elemento acuoso y el dióxido de carbono están presentes en la sangre). Es como poner un terrón de azúcar en el café: el terrón se va degradando, si bien la capacidad de disolución será más rápida o más lenta dependiendo de cómo estén unidos entre sí los compuestos de dicho terrón”, explica didácticamente el doctor Manel Sabaté, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona.
La presencia, pues, en el organismo de los stents biodegradables es temporal. No así sus efectos, ya que el paciente recupera la función arterial. Para poder explicar en qué consiste tal recuperación, es necesario ir hasta el origen de una arterioesclerosis: el endotelio, que es la pared interna que recubre las arterias y las venas, puede alterarse y degenerarse por efecto del colesterol alto, tabaco, hipertensión, etc.. Esto favorece la aparición de una arterioesclerosis, o sea, se forma una placa dentro de la luz (área interior de la arteria) que obstruye el conducto sanguíneo. Cuando esta placa se rompe, se forma un coágulo y se tapa la arteria se produce un infarto.
“El stent metálico impide el tono vasomotor”
Pues bien. El endotelio al que aludíamos antes regula la coagulación de la sangre y también regula la capacidad vasomotora arterial, es decir, determina cómo se contraen y se relajan las arterias. “Esto es muy importante, por ejemplo, cuando se hace ejercicio, pues la arteria se dilata para que pase más sangre. Si se pierde esta función se deja de tener tanto la capacidad vasomotora de contracción y relajación arterial como la capacidad de regulación en la coagulación sanguínea. Cuando se pone un stent normal, lo que se pretende es desobstruir la luz de la arteria. Pero claro, si el stent es metálico ese metal queda ahí para siempre, lo que impide el tono vasomotor. Esa arteria, por más que quiera, nunca más se va a contraer y relajar de manera natural porque hay un metal dentro de la luz. Un dispositivo biodegradable, al principio, hace lo mismo que el stent convencional: desobstruir la arteria. Lo que ocurre es que, cuando el stent desaparece por su condición de biodegradable, la arteria puede volver a contraerse y relajarse como hacía antes. La recuperación de la función arterial es eso: recuperar la capacidad de la arteria de contraerse y relajarse… es como si recuperara su elasticidad, cosa que no puede hacer una arteria ‘metalizada’ por dentro”, detalla Sabaté en declaraciones a www.farmacosalud.com.
El cardiólogo recuerda que “cuando uno lleva un stent, no nota nada". De todos modos, el doctor añade lo siguiente: "Con uno biodegradable, a lo mejor lo que se puede notar a largo plazo es una disminución de los episodios de angina… Es una teoría que todavía hay que demostrar: que los pacientes con dispositivos biodegradables tienen menos episodios de dolor en el pecho durante el seguimiento que los que llevan stents metálicos. En otras palabras: la capacidad de recuperar la elasticidad de la arteria podría comportar que se notaran menos anginas de pecho o menos dolores torácicos durante el seguimiento”.
Stents reabsorbibles recubiertos con fármacos antiproliferativos
El doctor Sabaté ha participado en un estudio internacional liderado por el Hospital Clínic en el que se ha comparado la eficacia de dos tipos de stents, o cánulas, en pacientes con infarto agudo de miocardio. Se trata de los stents de segunda generación, recubiertos con fármacos que impiden que se vuelva a formar tejido en el interior de la arteria, y los de tercera generación, o biodegradables. Los resultados, presentados en el Congreso Europeo de Cardiología de Londres y publicados recientemente en la revista ‘European Heart Journal’, demuestran en 191 pacientes que la eficacia de los dos stents es similar. Como se ha apuntado anteriormente, la ventaja de los biodegradables es que permiten que se recupere la función del vaso sanguíneo.
Los stents son un tipo de mallas tubulares que en cardiología se colocan en arterias u otros vasos sanguíneos para mantenerlos abiertos. Los primeros stents estaban fabricados con un material metálico, acero inoxidable, y para dotarlos de mayor flexibilidad se utilizaron diferentes aleaciones en su fabricación. Los actuales, denominados de segunda generación, están recubiertos con una medicación que se libera de forma progresiva, lo que minimiza la inflamación del vaso sanguíneo e impide que vuelva a crecer tejido en su interior, han precisado fuentes del Hospital Clínic. Los stents de tercera generación, llamados biodegradables o reabsorbibles, están recubiertos también con los fármacos antiproliferativos de liberación controlada.
En el estudio se compara el uso de los stents metálicos recubiertos con un fármaco antiproliferativo, el everolimus, con unos nuevos stents formados por un material biodegradable y el mismo fármaco. Han participado 191 pacientes con infarto agudo de miocardio de 8 hospitales de toda Europa. Los resultados demuestran que, en un seguimiento de seis meses, con estos nuevos stents se obtienen los mismos resultados que con los mejores que hay disponibles en la actualidad, los de segunda generación.
La investigación ha sido patrocinada por el Instituto Europeo de Investigación Cardiovascular (ECRI).
Referencia del artículo:
Everolimus-eluting bioresorbable stent vs. durable polymer everolimus-eluting metallic stent in patients with ST-segment elevation myocardial infarction: results of the randomized ABSORB ST-segment elevation myocardial infarction—TROFI II trial
Manel Sabaté, Stephan Windecker, Andres Iñiguez, Lisette Okkels-Jensen, Angel Cequier, Salvatore Brugaletta, SjoerdH. Hofma, LorenzRäber, Evald Høi Christiansen, Maarten Suttorp, Thomas Pilgrim, Gerrit Anne van Es, Yohei Sotomi, Hector M. García-García, Yoshinobu Onuma, Patrick W. Serruys. Eur Heart J (2015) DOI: http://dx.doi.org/10.1093/eurheartj/ehv500 First published online: 24 September 2015
*Covalente: Dicho de un enlace: que tiene lugar entre átomos al compartir pares de electrones (diccionario de la RAE)