Redacción Farmacosalud.com
Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el vapor del cigarrillo electrónico contiene formaldeheido, acetaldehído y acroleínas, sustancias que se encuentran en menor cantidad que en los cigarrillos convencionales pero que son capaces de causar cáncer. Dicho vapor también contiene, añaden desde SEPAR, partículas de plomo, cromo y níquel, igualmente capaces de ocasionar un tumor. Por supuesto, son partículas que también pueden afectar a los ‘vapeadores’ pasivos (gente que no consume cigarrillos electrónicos pero que aspira involuntariamente el vapor de los e-cigar). La SEPAR propone regularizar los cigarrillos electrónicos como medicamento, siempre y cuando se lleven a cabo una serie de cambios y se cumplan una serie de requisitos. Ante todo, sostiene el doctor Carlos Jiménez -neumólogo y director del programa de investigación de Tabaquismo de SEPAR-, deberían desaparecer de la composición de esos dispositivos todos los elementos potencialmente cancerígenos: “Si el cigarrillo electrónico fuera regulado como un producto medicinal, lógicamente todas estas sustancias causantes de enfermedad deberían ser eliminadas. Y es más: habría que realizar ensayos clínicos, rigurosos y con metodología científica, para comprobar si los cigarrillos electrónicos son seguros y, por supuesto, para ver si son o no eficaces para ayudar a dejar de fumar”.
“Creo que, hasta cierto punto, ya existe la suficiente información para que cada día la población general vaya percatándose de los riesgos que implica el consumo de cigarrillos electrónicos. No obstante, creo que es importante que desde las sociedades científicas y sobre todo desde el gobierno y las autoridades sanitarias españolas se haga un esfuerzo por comunicar a la población general los riesgos que para la salud entraña el consumo de estos dispositivos”, aduce el neumólogo en declaraciones a www.farmacosalud.com.
Críticas a la dispensación de cigarrillos electrónicos en farmacias
Desde SEPAR se asegura que en el Proyecto español de Real Decreto destinado a regular la fabricación, presentación y venta de los productos del tabaco y los productos relacionados no consta ninguna medida encaminada a ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. A este respecto, el doctor Jiménez recuerda a los responsables del Ministerio de Sanidad que “hay un buen número de fumadores españoles que quieren dejar de fumar y que están dispuestos a hacer un serio esfuerzo para abandonar el consumo de tabaco... merece la pena que la sanidad pública les oferte asistencia sanitaria para ayudarles a dejar de fumar”. Otra de las instituciones científicas que se ha manifestado acerca de dicho Decreto es la Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC). A través de un comunicado, esta institución sostiene que, “por el momento, no se ha demostrado que el cigarrillo electrónico sea una alternativa segura y eficaz para disminuir el daño de la dependencia tabáquica, sino que se ofrece claramente como un producto de uso recreativo, obligando la normativa a señalar su elevado potencial adictivo y toxicidad. Su regulación como medicamentos, como sucede con los chicles y parches de nicotina, supondría un planteamiento diferente y la demostración de su utilidad sanitaria”.
La SECF también recoge que “el sistema de evaluación y control propuesto para los cigarrillos electrónicos debería ser costeado íntegramente por las compañías comercializadoras, y no por las Administraciones públicas. Resulta anómalo que se proponga un sistema de tasas que no cubre los costes de la vigilancia que se exige a la Administración General del Estado y a las comunidades autónomas”. Además, recuerda la SECF, “el artículo 31 del proyecto normativo prohíbe la venta de estos dispositivos liberadores de nicotina y sus accesorios en establecimientos que no sean expendedurías de tabaco y timbre, tiendas especializadas, farmacias y parafarmacias. Desde el punto de vista de la salud pública, la SEFC considera inapropiada la venta de los cigarrillos electrónicos en farmacias y parafarmacias y pide su equiparación a una droga de uso legal y su diferenciación de los medicamentos”.
El e-cigar apareció en China en 2003 para disminuir la adicción a la nicotina
La SEPAR tampoco ve con buenos ojos que, en las actuales condiciones, se permita la venta de los cigarrillos electrónicos en farmacias y parafarmacias. Otra cosa sería que se llevaran a cabo los cambios mencionados anteriormente (eliminación de productos potencialmente cancerígenos y realización de ensayos clínicos destinados a verificar que son dispositivos seguros y que realmente ayudan a dejar de fumar). A juicio del doctor Jiménez, sólo entonces podría llegar el día en que pudieran adquirirse cigarrillos electrónicos y sus complementos en las farmacias con la presentación de una receta médica: “A lo mejor llega ese día. Imaginemos que el cigarrillo electrónico consigue liberar un vapor que no contiene ningún tipo de sustancia tóxica y se demuestra que este tipo de dispositivos sirven para ayudar a dejar de fumar, como sirven cualquiera de los otros mecanismos de terapias sustitutivas con nicotina que ya han demostrado ser claramente eficaces… podríamos tener una nueva herramienta médica para ayudar a los fumadores a dejar de fumar (dejar de fumar tabaco convencional). Ese es el propósito y por eso proponemos que la regulación del cigarrillo electrónico sea como la de un producto medicinal, con el fin de que pueda ser analizado desde un punto de vista científico”.
El cigarrillo electrónico apareció en China en 2003 como tratamiento para disminuir la adicción a la nicotina. En muy poco tiempo, su conocimiento y uso se ha extendido rápidamente. Así lo demuestra una encuesta realizada en EE.UU. en 2009 y repetida en 2010 al constatar que su conocimiento pasó en un año del 16,4 al 32,2%. Otros estudios apuntan a que el porcentaje de jóvenes consumidores estaría entre un 13 y un 20%, siendo un 4% de ellos no fumadores previos. Datos como estos hacen que los expertos reclamen atención sobre el cigarrillo electrónico incluyendo sus potenciales riesgos para la salud a corto y largo plazo y al hecho de que pueda incentivar al inicio del consumo del tabaco a jóvenes que son no fumadores.