Redacción Farmacosalud.com
La anemia en el entorno quirúrgico es “un trastorno frecuentemente infradiagnosticado e infratratado”, asegura el Dr. Zoilo Madrazo, del Departamento de Cirugía General-Urgencias Quirúrgicas del Hospital Universitario de Bellvitge (l’Hospitalet de Llobregat, en Barcelona) y coautor, junto al Dr. José María Jover, de la ‘Guía Práctica Clínica para el Manejo de la Anemia en el Paciente Quirúrgico’. La iniciativa de realizar esta guía parte de la Asociación Española de Cirujanos que pretende destacar la frecuencia, consecuencias y posibilidades de prevención y tratamiento de la anemia en el entorno quirúrgico (anemia perioperatoria). La anemia perioperatoria representa una comorbilidad particularmente frecuente en pacientes quirúrgicos, con una tasa de prevalencia media de un 30-40%, con las graves consecuencias que esto conlleva, han indicado desde la Asociación Española de Cirujanos. “Tanto la anemia pre- como postoperatoria se asocian directamente con un incremento de las complicaciones, infecciones, necesidad de estancia en UCI, incremento de los días de hospitalización, recurrencia neoplásica y mortalidad en el paciente quirúrgico”, afirma Madrazo.
La prevalencia de anemia en población pendiente de una intervención quirúrgica programada (anemia preoperatoria) resulta muy variable (14-75%), y constituye un efecto adverso independiente y determinante del incremento de complicaciones y mortalidad postoperatorias (de 2 a 5 veces), especialmente en ancianos y/o en pacientes con enfermedad cardiorrespiratoria grave. En el enfermo quirúrgico, aparte del estado carencial previo (frecuente en pacientes añosos, patología digestiva u oncológica), la propia intervención quirúrgica provocará pérdidas hemáticas durante y después de la cirugía, que pueden verse agravadas por la inhibición eritropoyética inducida por la inflamación asociada al estrés quirúrgico y a la enfermedad de base (AEC).
Un problema ignorado, pero vital, prevenible y tratable
La anemia representa una de las patologías o comorbilidades más prevalentes en la población general, con un impacto directo en el pronóstico, función cognitiva, tasa de complicaciones y calidad de vida. “La anemia -aguda o crónica- constituye un factor pronóstico negativo de primer orden (provocando una alteración del aporte tisular de O2) e incrementa notablemente el gasto sanitario”, subraya el Dr. Madrazo. Según la Organización Mundial de la Salud, la anemia se define como un trastorno caracterizado por cifras de hemoglobina (Hb) inferiores a 13 g/dL en varones, 12 g/dL en mujeres no gestantes y < 11 g/dL durante el embarazo. El déficit de hierro es la causa más frecuente (50%) de anemia y la deficiencia nutricional más común en el mundo. Se estima que la anemia ferropénica afecta aproximadamente al 25-30% de la población mundial.
A pesar de su frecuencia e impacto clínico y económico, la anemia perioperatoria puede prevenirse y tratarse. Una de las opciones más socorridas en el entorno quirúrgico es el empleo de transfusiones de sangre alogénica (TSA) en los casos más severos. Cuando la anemia perioperatoria es grave, puede corregirse rápidamente (recuperación de las cifras de Hb y síntomas anémicos) mediante transfusiones de sangre alogénica. Sin embargo, “aunque eficaz, la TSA constituye un recurso limitado y se asocia a un aumento de complicaciones y mortalidad en el paciente quirúrgico, por lo que deben valorarse -siempre que sea factible- otras alternativas terapéuticas que estimulen la eritropoyesis”, aconseja Zoilo Madrazo. Dentro de estas opciones, los expertos reconocen que la ferroterapia oral constituye una alternativa fácil y segura en la prevención y tratamiento de la anemia, y representa el tratamiento de elección de la anemia leve-moderada en la mayoría de casos (100-300 mg de hierro elemental/día). “La ferroterapia oral es fundamental en el manejo y corrección de la anemia ferropénica preoperatoria, siempre que el intervalo de tiempo hasta la intervención quirúrgica sea suficiente para garantizar su eficacia; de ahí la importancia del diagnóstico precoz”, destaca el experto.
“No todos los preparados ferroterápicos orales son iguales”
Una de las principales limitaciones de esta ferroterapia es la dificultad que tiene el organismo para absorber este hierro administrado oralmente; en general, las formas ferrosas (Fe+2) presentan mejor biodisponibilidad que las férricas (Fe+3). La causa más común de fracaso del tratamiento ferroterápico oral es la refractariedad o incumplimiento, siendo la intolerancia digestiva (dolor abdominal, náuseas/vómitos, estreñimiento/diarrea) el efecto secundario más frecuente del hierro oral (10-40%). En este sentido, como llama la atención el coautor de esta guía, “se dispone de una presentación de ferroglicina sulfato en cápsulas gastrorresistentes para minimizar el impacto gastrolesivo y posibilitar una rápida liberación en el duodeno”. Y es que, como apunta Madrazo, “no todos los preparados ferroterápicos orales son iguales”. Poseen diferencias básicas en sus características físico-químicas, biodisponibilidad y tolerancia digestiva. Por eso, recomienda este experto, “debemos emplear fármacos poco gastrolesivos, con posologías sencillas”; y es que, según añade, “el empleo de preparaciones gastrorresistentes que posibiliten una rápida liberación de hierro a nivel duodenal representa un gran avance en ferroterapia oral, maximizando el cumplimiento terapéutico y la eficacia del producto”.