Redacción Farmacosalud.com
¿Qué es un ictus?
El ictus es una de las patologías que acumula más sinónimos: accidente cerebrovascular, infarto cerebral, derrame cerebral, apoplejía, etc. El ictus es una enfermedad que afecta a más de 17 millones de personas en el mundo y es la principal causa de discapacidad adquirida en adultos. El ataque cerebrovascular llega cuando se produce un daño permanente en una zona cerebral debido a la falta de suministro de sangre y oxígeno en ese área, ya sea por ruptura o ya sea por bloqueo de un vaso sanguíneo cerebral. En esa zona, las partes afectadas mueren y pierden su funcionalidad. Después de una obstrucción arterial en un ictus isquémico, la muerte celular ocurre aproximadamente a los seis minutos en la zona central del infarto desprovista de circulación sanguínea. El tejido infartado registra una cascada de procesos tóxicos para las células cerebrales y poco después el líquido comienza a acumularse, lo que ocasiona edema o inflamación. Alrededor de la zona central del infarto se encuentra un área llamada penumbra isquémica, donde las células cerebrales han resultado afectadas pero siguen siendo viables durante varias horas. Es posible que estas células se recuperen y sobrevivan si el tratamiento comienza a tiempo.
Las diferentes áreas del cerebro controlan los distintos órganos y funciones corporales. Un ictus desconecta el cerebro de la parte del cuerpo o de las funciones que debe controlar al dañar las conexiones neuronales. Dependiendo de las conexiones dañadas, las discapacidades tras un accidente cerebrovascular pueden implicar a funciones motoras, cognitivas, del habla, sensoriales y visuales, entre otras, y pueden variar según el grado de severidad.
Prevención del ictus
Según la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE), para prevenir un ictus se pueden hacer hasta 10 cosas diferentes: seguir la dieta mediterránea, hacer ejercicio de manera regular, evitar el estrés, no fumar, dormir bien, vigilar la tensión arterial y los niveles de colesterol, no abusar del alcohol, alcanzar el peso corporal ideal, ejercitar el cerebro (por ejemplo, aprendiendo cosas nuevas como los idiomas) y conocer los signos de un ictus para reaccionar rápidamente. Los síntomas son: dolor de cabeza muy intenso, pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo, pérdida total o parcial de la visión o visión borrosa y dificultad para hablar o para entender cuando los otros hablan.
Tratamiento
De hecho, tras un ictus, y sin tratamiento, se estima que aproximadamente dos millones de células cerebrales, llamadas neuronas, mueren cada minuto. Cuanto más rápido se atienda al paciente, más células neuronales se podrán salvar. Al llegar a un hospital se realiza una evaluación de las funciones neurológicas (conciencia de la persona, capacidad para ver, hablar etc). Cuando se sospecha que se ha sufrido uno de estos ataques cerebrales, se realiza un escáner para confirmar el diagnóstico y se toman muestras de sangre. Algunos pacientes pueden necesitar intervenciones inmediatas como la cirugía para salir con vida del trance.
Los enfermos que llegan rápido al hospital pueden ser aptos para trombólisis (disolución de un coágulo) con un medicamento que permite disolver los coágulos. También se exploran el corazón y los pulmones para evaluar si existe alguna condición cardiaca y/o pulmonar subyacente que pueda asociarse con el ictus. Una vez atendidos los problemas más urgentes y revisados los resultados de los análisis, se decide el tratamiento específico: tratamiento de las complicaciones agudas, establecimiento de cuidados de soporte y prevención de otras complicaciones o control de los factores de riesgo cardiovascular para evitar que ocurra un segundo ictus.
La rehabilitación de los pacientes, capítulo aparte
El objetivo principal de la rehabilitación de los pacientes de accidente cerebrovascular es alcanzar el mayor nivel de recuperación funcional y de autonomía para llevar a cabo las actividades de la vida diaria. Algunos afectados de ictus leves se recuperan espontáneamente con el tiempo. Sin embargo, muchos otros seguirán necesitando ayuda en el desarrollo de sus actividades diarias -caminar, moverse, bañarse o vestirse- incluso 6 meses después del ictus. Con un programa de rehabilitación intensiva, la mayor parte del potencial natural de la recuperación neurológica se consigue en los primeros tres meses. Tan sólo cerca del 5% de los pacientes continúan recuperándose un año después del ictus. La capacidad motora puede mejorar con el tiempo, aunque esto puede no ser sinónimo de la recuperación de las funciones. Aproximadamente, uno de cada 10 pacientes experimentará una recuperación completa y espontánea, mientras que aproximadamente uno de cada 10 pacientes no se recuperará debido a la severidad del accidente cerebrovascular. Sin embargo, 8 de cada 10, con ayuda de la rehabilitación, tendrán cierto grado de recuperación.
A pesar de los avances logrados en los últimos años en el tratamiento del ictus y en la rehabilitación post-ictus, la recuperación post-ictus sigue siendo incompleta y muchas personas todavía se sienten desconectadas de su vida.
De acuerdo con datos difundidos por la Federación Española de Ictus (FEI), los costes directos de esta enfermedad representan, en algunos países industrializados, entre el 2% y 4% del gasto sanitario total. Cada caso supone un gasto medio de 4.000 euros durante los tres primeros meses de patología, no incluidas las bajas laborales del enfermo y su familia. Por todo ello, esta dolencia constituye actualmente uno de los problemas sociosanitarios más importantes.