Redacción Farmacosalud.com
Según la Dra. Sandra Vañes, directora médica de la compañía de terapias respiratorias domiciliarias Linde Médica, existe una relación entre la ingesta de alimentos ultraprocesados y la apnea del sueño pediátrica. Una vinculación que, no obstante -sostiene Vañes-, por el momento es un problema de salud pública infravalorado: “por un lado, la apnea del sueño pediátrica sigue infradiagnosticada; por otro, el papel de la alimentación -y en particular de los ultraprocesados- todavía se considera secundario. La convergencia entre el aumento del consumo de ultraprocesados, el incremento de la obesidad infantil y la mayor prevalencia de trastornos respiratorios del sueño configura un problema de salud pública con consecuencias a largo plazo, como mayor riesgo cardiometabólico, peor salud respiratoria en la edad adulta y mayor carga para el sistema sanitario”.
“Abordar esta realidad exige integrar de forma explícita la dimensión nutricional en las estrategias de prevención, cribado y tratamiento de la apnea del sueño pediátrica. La alimentación no sustituye al tratamiento respiratorio, pero lo potencia. Ignorar su impacto es perder una oportunidad terapéutica clave”, agrega a renglón seguido. Cabe recordar que la apnea se caracteriza por una obstrucción de la vía aérea superior que interrumpe la ventilación normal del paciente, lo que altera sus patrones del sueño.

Dra. Sandra Vañes
Fuente: Linde Médica
¿Asociación entre ultraprocesados y letalidad provocada por patologías respiratorias?
En el contexto español, cuando se habla de alimentos ultraprocesados se está aludiendo a productos alimentarios industrialmente muy elaborados, con una elevada carga de ingredientes refinados y aditivos, y con un perfil nutricional claramente desfavorable: alto contenido en azúcares libres, grasas saturadas y/o sal, y bajo aporte de fibra, vitaminas y micronutrientes. “Los ejemplos nos los conocemos: la bollería industrial, los snacks dulces y salados, los refrescos y bebidas azucaradas, las galletas, muchos cereales de desayuno, los embutidos muy procesados y los platos preparados listos para consumir o calentar. Este tipo de productos son, precisamente, los que el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha señalado en el borrador del futuro Real Decreto sobre alimentación saludable en hospitales, recintos en los que se plantea su retirada de los menús infantiles hospitalarios y su limitación en cafeterías y máquinas expendedoras”, remarca la Dra. Vañes.
La evidencia científica reciente indica que incluso existe una asociación significativa entre la comida altamente ‘industrializada’ y la letalidad provocada por patologías respiratorias crónicas como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). “Estudios de cohortes de gran tamaño, realizados en población adulta mayor, muestran que un consumo elevado de ultraprocesados se asocia con un aumento de la mortalidad por enfermedades respiratorias crónicas, incluida la EPOC, incluso tras ajustar por factores clave como el tabaquismo”, asevera la experta.
“Estos resultados sugieren -prosigue- que el patrón dietético actúa como un determinante independiente del pronóstico respiratorio, probablemente a través de mecanismos inflamatorios, metabólicos y de deterioro del estado nutricional, especialmente relevantes en personas de edad avanzada y con patología pulmonar establecida”.

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Inflamación sistémica de bajo grado, alteración de la microbiota intestinal…
De hecho, la relación entre alimentación y salud respiratoria es bidireccional y clínicamente relevante. Se ha demostrado que una dieta de baja calidad nutricional favorece la obesidad, la inflamación sistémica de bajo grado, la alteración de la microbiota intestinal y el estrés oxidativo. “Todos ellos son factores que influyen en la función pulmonar y en la evolución de afecciones como el asma o la EPOC. Por otro lado, las propias enfermedades respiratorias crónicas y algunos de sus tratamientos condicionan el estado nutricional, la masa muscular y el nivel de actividad física, lo que genera un círculo vicioso que empeora la calidad de vida y el pronóstico. Con toda esta evidencia sobre la mesa, es palmario que, en el manejo moderno del paciente respiratorio crónico, la alimentación deba considerarse parte del abordaje integral, junto al tratamiento farmacológico y la terapia respiratoria domiciliaria”, expone Vañes.
Volviendo a la población pediátrica, cabe destacar que el vínculo principal entre la comida ultraprocesada y la apnea del sueño es la obesidad infantil. Una dieta basada en esta clase de alimentos “favorece un exceso calórico sostenido y un aumento de la masa grasa y adiposidad central, factores que incrementan el colapso de la vía aérea superior durante el sueño. La obesidad también altera el control ventilatorio y se asocia a un estado inflamatorio sistémico que agrava la severidad de la apnea obstructiva del sueño. En niños, esta combinación tiene consecuencias importantes sobre el neurodesarrollo, el comportamiento, el rendimiento escolar y el riesgo cardiometabólico futuro”, establece la directora médica de Linde Médica.
¿Cuáles son los ultraprocesados favoritos entre los adolescentes?
En cuanto a los ultraprocesados con más predicamento entre los adolescentes -apunta la facultativa-, destacan especialmente las bebidas azucaradas y energéticas, la bollería industrial, los snacks salados, la comida rápida, los cereales de desayuno azucarados y los productos lácteos tipo postre.
“Todos estos productos y otros menos habituales tienen un impacto indirecto desde el punto de vista respiratorio, pero sus consecuencias son relevantes: favorecen el exceso severo de peso, una peor calidad del sueño, una mayor somnolencia diurna y una menor actividad física. Todo ello se vincula a un peor control del asma, un mayor riesgo de desarrollar apnea del sueño y una menor capacidad funcional. Además, los patrones dietéticos ricos en ultraprocesados suelen coexistir con otros hábitos de riesgo, como sedentarismo o privación de sueño, que amplifican el impacto respiratorio”, indica la Dra. Vañes.

Uso pediátrico de la CPAP
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A su juicio, un niño con apnea debería disminuir radicalmente la ingesta de esta clase de comida: “en la apnea obstructiva del sueño pediátrica, el peso corporal y el perfil inflamatorio son elementos clave del pronóstico. Reducir el consumo de ultraprocesados permite contener o revertir la ganancia ponderal y disminuir la carga de azúcares libres y grasas de baja calidad, al tiempo que se mejora la calidad del sueño y se reduce su fragmentación. Estas estrategias no sustituyen a otras intervenciones clínicas necesarias -tratamiento quirúrgico, ortodoncia o CPAP* en casos seleccionados-, pero las refuerza y optimiza su efectividad a medio plazo”.
*CPAP: presión positiva continua en vía respiratoria
Tres pautas que pueden contribuir a optimizar la calidad del sueño
Lo cierto es que, con una serie de cambios muy sencillos, se puede ayudar a mejorar la calidad del sueño y la respiración en la población pediátrica. De acuerdo con la Dra. Vañes, hay tres medidas básicas que tienen un impacto claro:
• La primera es sustituir refrescos y bebidas azucaradas por agua como bebida habitual
• También es fundamental modificar desayunos y meriendas, priorizando fruta, yogur natural o bocadillos sencillos frente a bollería y snacks
• Y, como tercera recomendación, “insisto en apostar por cenas ligeras y tempranas, evitando comidas copiosas y azucaradas en las horas previas al sueño. A estos hábitos, además, habría que sumarle una rutina nocturna sin pantallas. Son cambios que, combinados con el tratamiento médico adecuado, suelen traducirse en menos despertares nocturnos, mejor calidad de sueño y mayor rendimiento diurno”.




