Redacción Farmacosalud.com
El chemsex es una práctica ‘recreativa’ en la que se consumen drogas con fines sexuales junto con otras personas, lo que da lugar a largas sesiones de sexo que pueden prolongarse durante horas, incluso varios días. Esta actividad también puede ejercitarse en solitario visionando videos pornográficos o bien interactuando online mediante cámaras web con otros individuos. A pesar de que los aficionados a la variante individualizada del chemsex no corren el peligro de contagiarse de una infección de transmisión sexual (ITS) porque físicamente no tienen nadie a su lado, corren el riesgo de que los perjuicios causados por el consumo de estupefacientes sean incluso más graves que los derivados de los chemsex clásicos.
Así lo argumentan los Drs. Pablo Ryan Murúa y Ander González Sarría, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario Infanta Leonor, y facultativo del Centro de ITS Sandoval y del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), respectivamente: “aunque esta variante evita el contacto sexual, los riesgos por las drogas siguen presentes (sobredosis, aislamiento, dependencia). Practicarlo en soledad puede ser incluso más peligroso. Mejor buscar alternativas más saludables”.

Drs. Pablo Ryan Murúa (a la izq. de la imagen) y Ander González Sarría
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GHB/GBL, mefedrona, metanfetamina…
En cuanto a los estupefacientes que se asocian al chemsex, son principalmente GHB/GBL (por vía oral), mefedrona (inhalada) y metanfetamina (fumada o esnifada). También aparecen poppers, cocaína, ketamina y estimulantes sexuales. “Se suelen combinar varias sustancias, lo que aumenta los riesgos”, advierten ambos galenos.
Existen varios tipos de consumo de drogas vinculados a la práctica del sexo, entre ellos el chemsex, que, por sus características, se asocia casi exclusivamente con la cultura íntima de los hombres que tienen sexo con otros hombres. El chemsex implica el uso intencionado de ciertas sustancias, como la mefedrona y el GHB, “para tener experiencias sexuales prolongadas y de mayor intensidad. Pero, además, es habitual que esta práctica guarde relación con la aceptación en un contexto de búsqueda de pertenencia, reducción de inhibiciones y fomento de conexiones interpersonales sin estigmas”, sostienen los Drs. Ryan y González Sarría.
El uso intravenoso de las drogas, el ‘slamsex’, “conlleva un riesgo mucho mayor”
Cuando, en el marco del chemsex, la administración de las drogas se realiza de forma intravenosa, la actividad recibe el nombre de ‘slamming’ o ‘slamsex’. Es una práctica que, principalmente, contempla el consumo de metanfetamina y mefedrona, aunque también se utiliza cocaína. “El uso intravenoso conlleva un riesgo mucho mayor, tanto de infecciones de transmisión sexual como de otras enfermedades transmitidas por la sangre. Bajo los efectos de estas drogas, es habitual compartir material de inyección, lo que incrementa el peligro de contaminación. Además, en muchos casos no es el propio usuario quien se inyecta, sino otra persona, lo que añade aún más posibilidades de transmisión de infecciones”, remarcan.

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De hecho, compartir jeringuillas multiplica el riesgo de contagio de infecciones como el VIH (virus causante del SIDA), la hepatitis C y otras patologías de transmisión sexual. Además, los contactos íntimos en el contexto del consumo intravenoso suelen ser más intensos y prolongados, “lo que aumenta también el riesgo de ITS. A esto se le suman los efectos del trastorno de uso de sustancias: muchas personas que se las inyectan presentan consecuencias neuropsiquiátricas, mayor riesgo de eventos psiquiátricos agudos, y alteraciones en su funcionamiento laboral, social y familiar”, exponen Ryan y González Sarría.
¿El chemsex y el slamsex han llegado a los menores de edad?
Por ahora -agregan ambos facultativos-, la práctica del chemsex y del slamsex se circunscribe mayoritariamente a la población adulta (mayores de edad), sin participación relevante de menores: “el chemsex y el slamsex se observan principalmente en adultos, pero no podemos ignorar que un porcentaje significativo de ITS se diagnostican en adolescentes. Estudios realizados en España a estudiantes de la ESO indican que la primera relación sexual con penetración ocurre, de media, a los 14 años. Esto subraya la necesidad de una educación afectivo-sexual integral desde la infancia que promueva una visión positiva de la sexualidad y evite enfoques reduccionistas”.
“En consulta, debemos incluir la sexualidad en la anamnesis, garantizar un entorno confidencial y valorar factores de riesgo como el uso de tecnología, consumo de alcohol o drogas, depresión o violencia. La prevención debe basarse en herramientas como la vacunación*, el uso del preservativo, la PrEP** y la PEP***. Además, es clave diagnosticar y tratar de forma precoz, promoviendo el despistaje universal de ITS en esta población, con referencia a recursos específicos y estudio de contactos”, manifiestan ambos expertos.

Fuente: Edelman
*vacunación: por ejemplo, la inmunización frente al virus del papiloma humano (VPH)
**PrEP: la profilaxis preexposición es una medicación que se toma antes de exponerse a una situación de riesgo de contraer el VIH. Esta profilaxis reduce en gran medida el riesgo de infectarse con dicho patógeno a través de las relaciones sexuales
***PEP: la profilaxis postexposición se usa en personas que posiblemente hayan estado expuestas al VIH, es decir, para situaciones de emergencia. La PEP debe iniciarse rápidamente tras la posible exposición al VIH
Curso de Infecciones de Transmisión Sexual para profesionales sociosanitarios
Según Ryan y González Sarría, España está viviendo “un incremento claro y sostenido” de las ITS. Así, en 2024 se notificaron más de 37.000 casos de gonorrea, 42.000 de clamidia y 12.000 de sífilis. Esta realidad ha impulsado a ambos doctores a ofrecer, en calidad de directores y en el Hospital Infanta Leonor, un curso de Infecciones de Transmisión Sexual para profesionales sociosanitarios. La actividad ha contado con el impulso del propio Hospital Infanta Leonor y los Centros de ITS Sandoval, y el aval de GEITS (Grupo Español de ITS) y SEISIDA (Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida). “Más de 200 profesionales se inscribieron, apostando por una formación interdisciplinar, sin estigmas y centrada en el diagnóstico precoz”, aducen los dos especialistas.
En su opinión, hay varias acciones que los profesionales sanitarios pueden llevar a cabo para mejorar la prevención y el cribado de las ITS: “primero, normalizar la salud sexual en consulta. La Atención Primaria es clave, pero debe contar con circuitos claros, posibilidad de solicitar pruebas y medicación disponible. En el curso insistimos en dotar a los profesionales de herramientas para una buena anamnesis, cribado oportunista y consejo sin juicio. El Documento de Consenso 2024 (GEITS, SEIMC, etc.) destaca la equidad, accesibilidad y atención centrada en la persona como pilares”.
¿Cómo comunicar un diagnóstico de ITS?
A la hora de comunicar un diagnóstico de ITS a un paciente, comentan los Drs. Ryan y González Sarría, el profesional sanitario debe actuar “con empatía, sin juicio. Debe explicarse con claridad, garantizando la confidencialidad y orientando sobre el tratamiento, la prevención y también sobre la notificación de la enfermedad a las parejas. Enfermería tiene un papel clave. El enfoque debe ser respetuoso y centrado en la persona”.
Otro de los problemas que rodean a las ITS remite a la ‘reincidencia’, es decir, a la posibilidad de que los individuos que superan la afección (se curan) vuelvan a infectarse, ya sea más pronto o más tarde. “Puede ocurrir, especialmente si no se modifican las conductas de riesgo. Por eso es clave reforzar la prevención con el uso del preservativo, el seguimiento clínico, el consejo post-tratamiento y la repetición periódica de cribados”, apuntan.

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