Redacción Farmacosalud.com
El contacto con perros y gatos ayuda a sobrellevar el dolor en pacientes crónicos, según se desprende de una revisión sistemática realizada por la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que analiza los beneficios de convivir con animales de compañía en térmimos de salud y calidad de vida. Ahora bien, en el caso de los perros, el temperamento de la mascota se configura como un factor crucial para que su compañía mejore el estado de estos pacientes, ya que un animal demasiado nervioso o juguetón podría generarles más perjuicios que beneficios.
“Algunos investigadores se han referido a este tipo de situaciones como ‘la paradoja del beneficio de convivir con animales’ porque, si bien es cierto que la compañía de una mascota genera más ventajas que inconvenientes, hay casos en los que hay que tener en cuenta el carácter o actitud del perro para poder alcanzar el éxito terapéutico. Por ejemplo, si la persona con dolor crónico tiene la responsabilidad de sacar a la mascota a pasear cada día, puede existir la posibilidad de que el paciente padezca los tirones del animal durante el recorrido”, advierte el Dr. Jaume Fatjó, veterinario, especialista en comportamiento y bienestar animal y director de la mencionada Cátedra de la UAB.

Dr. Jaume Fatjó
Fuente: Dr. Fatjó
Tomar precauciones antes de la adopción del animal, o bien buscar soluciones sobre la marcha
“En muchas ocasiones no es únicamente una cuestión de tamaño, sino también de temperamento. Es decir, hay que valorar si estamos ante un perro más tranquilo o más nervioso y no fijarnos tanto en si es un ejemplar grande o pequeño. Estamos hablando, asimismo, de compatibilidad, dado que un animal que sea extremadamente juguetón a lo mejor no es el más adecuado para determinadas personas con dolor crónico”, remarca Fatjó desde www.farmacosalud.com.
Si el paciente aún no convive con la mascota, lo que se suele recomendar es buscar una tipología de animal que se ajuste a sus necesidades y que sea fácil de manejar. “No obstante, lo más habitual es que el encaje sea siempre satisfactorio”, comenta el veterinario. Si el individuo ya convive con el can en el momento en el que se debuta con la sintomatología, lo que se puede hacer es acompañar al enfermo en la mejora de las técnicas de control durante los paseos, informarle sobre el uso de collares o arneses específicos y, en caso de que fuera necesario, animarlo a someter al perro a sesiones de ‘educación’ y entrenamiento.
La raza del animal no es determinante para el bienestar humano
Tanto en perros como en gatos, la raza no es determinante para la consecución del bienestar del paciente con dolor crónico. A este respecto, lo que de verdad importa es “el vínculo que establece la persona con el animal”, afirma el Dr. Fatjó. Lógicamente, el perfil relacional variará dependiendo de si se trata de un perro o de un gato -son especies distintas-, “pero la dimensión emocional” del servicio prestado por la mascota “es totalmente comparable”, en el sentido de que la presencia de estos animales ayuda a sobrellevar el dolor a la vez que favorece el bienestar psicológico de los enfermos, agrega.
En situaciones de patología crónica, las mascotas mejoran las habilidades de afrontamiento frente a las percepciones dolorosas y pueden aumentar la autoeficacia humana, o sea, la percepción que tiene el paciente de que puede manejar su dolor y sus consecuencias de forma eficiente, aunque no pueda eliminarlo. Estos argumentos forman parte de la revisión sistemática llevada a cabo por la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud, trabajo que fue presentado en Hamburgo (Alemania) en el Congreso internacional Canine Science Forum 2025.

Fuente: Fundación Affinity / Atrevia
En esta misma línea, el estudio ‘The role of pets in supporting cognitive-behavioral chronic pain self-management: Perspectives of older adults’ de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania) destaca que cuidar de un animal genera sentimientos de utilidad y facilita la expresión de conductas que son emocionalmente positivas para la persona. Además, la convivencia con una mascota promueve un estilo de vida más activo- un factor muy importante en el manejo del dolor crónico- y facilita la interacción del paciente con su entorno.
Dopamina, serotonina, oxitocina…
En opinión de Fatjó, los perros y gatos aportan beneficios para la salud humana frente a cualquier cuadro de dolor, es decir, frente al dolor causado por cualquier afección: “el efecto positivo se centra, sobre todo, en el apoyo emocional que recibe la persona. De hecho, todas las investigaciones que hay sobre este tema llegan a la conclusión de que interactuar con tu animal de compañía ayuda a superar momentos de dificultad. El aporte emocional se puede medir tanto por lo que explica el sujeto como por las reacciones generadas en su sistema nervioso, como son la liberación de sustancias que se asocian a estados emocionales positivos (dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas) y la reducción de la cantidad de cortisol (hormona que se relaciona con el estrés)”.
En otras palabras, que el intenso vínculo afectivo que se establece entre el paciente y el animal refuerza la sensación de apoyo incondicional, lo que contribuye a afrontar el malestar físico y emocional de una forma más eficaz. “El dolor no es sólo un problema físico, sino una experiencia compleja en la que influyen de forma relevante nuestras emociones y pensamientos. Por ello, la compañía de un animal puede ayudar a sobrellevarlo mejor. Esa interacción favorece la relajación, la distracción, la actividad física y el contacto social, aspectos que fortalecen la capacidad de las personas para convivir con el dolor de una manera más llevadera”, destaca mediante un comunicado el experto.
El estudio concluye, además, que la relajación y la distracción son unos mecanismos muy eficaces para luchar contra el dolor crónico, pues ayudan al paciente a desviar el foco atencional de la sintomatología. En vista de todo ello, parece claro que la presencia incondicional del animal de compañía y su apoyo son factores cruciales para la consecución de este tipo de mejoras personales.
La red social de la persona, otro factor clave
Por otro lado, el Dr. Fatjó establece que la edad de las personas con dolor crónico no es un factor determinante a la hora de obtener mayores o menores beneficios afectivos derivados de la cercanía de las mascotas.
Otra cosa es la estructura de la red social del paciente, por cuanto que el apoyo del animal “tendrá más peso cuanto más comprometida, reducida o más limitada esté la red social del individuo. Y eso se ve, particularmente, en el caso de las personas mayores, quienes, por cuestiones de evolución natural -quizás han perdido a la pareja o han perdido amigos, o sufren limitaciones o barreras de movilidad- padecen más los vacíos del entorno afectivo… naturalmente, ante un cuadro de dolor crónico, ese problema emocional todavía se hace más evidente”, aduce Fatjó.




