Redacción Farmacosalud.com
La espasticidad, una de las principales causas de discapacidad tras un daño neurológico como un ictus, una lesión medular o la parálisis cerebral, encuentra una nueva y esperanzadora vía de tratamiento. El 63º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), celebrado en A Coruña, ha sido el escenario de la conferencia ‘Crioneurolisis para la espasticidad y el dolor asociado. Una nueva frontera’, a cargo del Dr. Paul Winston, Prof. clínico asociado de la Universidad de Columbia Británica en Victoria (Canadá), quien ha presentado una técnica que ya está transformando la práctica clínica: la crioneurolisis.
Este procedimiento, desarrollado junto con el Dr. Daniel Vincent, es un tratamiento percutáneo, mínimamente invasivo, que utiliza frío extremo para desactivar temporalmente los nervios motores responsables de la espasticidad y el dolor. “Tradicionalmente, las opciones se limitaban a tratamientos farmacológicos, neurocirugía o técnicas con efectos temporales. Hoy, con esta técnica, logramos resultados inmediatos más precisos, menos invasivos y con mayor durabilidad”, explica Winston.

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Pequeña sonda + gas de óxido nitroso = bola de hielo
La clave de la nueva metodología está en una pequeña sonda que, mediante la aplicación de gas de óxido nitroso, crea una bola de hielo alrededor del nervio afectado. “No introducimos ningún medicamento; es el agua en el cuerpo la que se congela. Estamos haciendo una destrucción dirigida del nervio, que se regenera en seis a nueve meses. Pero el efecto beneficioso para el paciente dura mucho más tiempo”, señala el Dr. Winston.
La técnica, siempre guiada por ecografía y acompañada de estimulación eléctrica para localizar con precisión el nervio motor, permite reducir la rigidez muscular, mejorar el rango de movimiento y aliviar el dolor asociado. Según el especialista canadiense, “la sensación más novedosa como profesional es ver los resultados en ese momento: es inmediato, y eso cambia completamente la manera en que tratamos estos casos”.
Casos complejos, respuestas simples
Winston ha presentado múltiples estudios de casos, desde niños pequeños con parálisis cerebral hasta pacientes de 90 años con espasticidad crónica. El primer paso es siempre un bloqueo nervioso diagnóstico con anestesia local para comprobar que el paciente responde al tratamiento. “Si vemos que se relaja el grupo muscular afectado, la probabilidad de éxito con la crioneurolisis es muy alta”, remarca. Esta evaluación previa no sólo incrementa la seguridad del procedimiento, sino que también genera confianza en los enfermos. “Hemos tratado a cientos de personas que no habían respondido bien a tratamientos previos. Es increíble ver cómo vuelven a recuperar funciones que daban por perdidas”, subraya.
Más allá del procedimiento técnico, la crioneurolisis representa un cambio de paradigma. “Tuvimos que crear nuestro propio mapa anatómico y definir objetivos desde cero, porque no existía literatura que nos guiara. Fue un trabajo de años, pero hoy estamos compartiendo el conocimiento con el mundo”, sostiene Winston, quien lidera un equipo en el Hospital General Victoria (Columbia Británica) que no únicamente trata a pacientes, sino que también documenta cada caso para seguir perfeccionando los protocolos.
La nueva técnica ha comenzado a implementarse también en centros españoles desde el año pasado. “Es muy gratificante ver cómo los profesionales se forman y aplican este método. Estamos creando una red global de colaboración y aprendizaje para que más personas puedan beneficiarse de este enfoque”, añade.