Redacción Farmacosalud.com
Investigadores del grupo de Modelización de terapias antitumorales en ratón del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) han demostrado la utilidad de un fármaco inhibidor de la quinasa BTK para el tratamiento del cáncer de páncreas en modelos preclínicos con ratones. Ibrutinib, un fármaco hasta ahora utilizado para el tratamiento de algunas leucemias y linfomas, podría ser de gran utilidad para tratar el tumor pancreático, ha informado el Hospital Vall d’Hebron mediante un comunicado.
Los resultados de esta investigación liderada por la Dra. Laura Soucek describen un nuevo uso para ibrutinib y también abren la puerta a un nuevo enfoque terapéutico para otras patologías fibróticas. Estos resultados se publican en la revista ‘Cancer Research’, que además dedica la portada a este hallazgo. El grupo de investigadores ha estudiado durante los últimos años la importancia de los mastocitos en algunos tumores. Ibrutinib es un fármaco inhibidor de la Tirosina Quinasa de Bruton (BTK, por sus siglas en inglés), necesaria para la maduración de las células B implicadas en algunos cánceres hematológicos, pero a su vez esencial en el proceso de activación de los mastocitos. Esto les llevó a probar por primera vez este fármaco con el objetivo de inhibir los mastocitos en un modelo de insulinoma en ratón. Los resultados fueron muy positivos, así que decidieron probarlo también en modelos de adenocarcinoma de páncreas, el tumor de páncreas más frecuente y agresivo, que presenta una notable infiltración de mastocitos y una elevada tasa de crecimiento y diseminación. Los ppacientes afectados por esta enfermedad tienen escasa respuesta al tratamiento y como consecuencia muy baja supervivencia.
El nuevo fármaco debilita el ‘escudo’ del tumor pancreático
Los resultados fueron concluyentes y el crecimiento de los tumores en los animales se ralentizó. Se probó tanto la administración de ibrutinib en forma de monoterapia como su combinación con la quimioterapia habitual en tumores de páncreas, la gemcitabina, y en ambos casos mejoró la supervivencia de los ratones. Este estudio reveló una particularidad especial de la acción de ibrutinib: “los tumores de páncreas se caracterizan por hallarse entremezclados con un denso estroma fibroinflamatorio. Una especie de ovillo de fibroblastos y colágeno que hace un efecto parecido a una cápsula, lo que dificulta la llegada de los fármacos quimioterápicos al corazón del tumor de forma efectiva”, explica Daniel Massó -primer firmante del artículo-, uno de los motivos por los que se cree que el cáncer de páncreas es tan complejo de tratar. Este estudio ha demostrado que ibrutinib reduce este estroma de forma muy evidente. “Nuestra hipótesis es que este es el mecanismo por el cual ibrutinib, asociado a la quimioterapia habitual, mejora la supervivencia”, concreta Daniel Massó. Ibrutinib se encarga de debilitar la cápsula y ayuda a la gemcitabina a actuar.
A pesar de que estos esperanzadores resultados son todavía preclínicos y se han obtenido utilizando modelos experimentales, el hecho de que los tumores de páncreas sean muy agresivos, unido a la escasez de opciones terapéuticas, y al tratarse de un fármaco existente ya aprobado para su uso en otros tipos de tumor maligno, abre la puerta a la posibilidad de aplicarlo en pacientes con cáncer de páncreas. “Entre un descubrimiento científico y su aplicación clínica, normalmente pasan años. En este caso, dado que la eficacia y seguridad de este fármaco ya se conoce y ha sido aprobado previamente para otro tipo de tumores, es razonable esperar que rápidamente se pongan en marcha los ensayos clínicos destinados a validar el uso de ibrutinib para el cáncer de páncreas” comenta la Dra. Laura Soucek. Estos hallazgos, además, abren la puerta a que la terapia con ibrutinib pueda estudiarse también como opción terapéutica para enfermedades de características fibróticas, como la pancreatitis o la fibrosis hepática, por ejemplo.