La vaginitis atrófica se define como un adelgazamiento y pérdida de elasticidad del epitelio vaginal, que puede causar prurito, sequedad, sangrado, leucorrea, dispareunia y signos inflamatorios. También pueden asociarse síntomas miccionales, como la disuria, la incontinencia urinaria y las infecciones urinarias de repetición.
Estos cambios del epitelio atrófico predisponen a infecciones vaginales, que exacerban la sintomatología y contribuyen a la disfunción sexual, afectando así de forma negativa a la calidad de vida. La dispareunia disminuye el deseo sexual, la frecuencia coital y, consecuentemente, la lubricación vaginal.
Las hormonas producidas por el ovario (estrógenos y progesterona) influyen sobre las características de la secreción vaginal y su flora. Concretamente, los estrógenos elevan el contenido de glucógeno existente en las células epiteliales y, de esta forma, influyen sobre el tipo de organismo que coloniza la vagina. Así, se acepta que las mujeres con función ovárica activa (mujeres con menstruaciones) tienen proporcionalmente más bacterias facultativas (principalmente lactobacilos) que las mujeres que tienen estrógenos bajos (en la peri y posmenopausia), en las que es más elevada la prevalencia de bacterias anaerobias.
En la menopausia coinciden, por lo tanto, bajos niveles de estróge- nos, bajo contenido de glucógeno, pH elevado, escasos lactobacilos y proliferación de otro tipo de microorganismos (que son particular- mente anaerobios) (fig. 1).
La atrofia genital como consecuencia del déficit estrogénico dificultará el coito: hay una disminución del flujo sanguíneo y de la percepción sensorial periférica y, como consecuencia, se desencadena una dificultad en la capacidad de respuesta al estímulo sexual. Las infecciones genitourinarias en la menopausia son motivo frecuente de consulta. El empleo de terapia hormonal (TH) ha demostrado disminuir el número de estas infecciones.
Diagnóstico de la vaginitis atrófica
En la exploración física se observan signos de irritación cutánea en la vulva, los labios mayores disminuyen su grosor y desaparecen los labios menores y el capuchón clitorídeo. La existencia de petequias y flujo acuoso (sanguinolento y amarillo) sugiere que existe una infección.
El epitelio vaginal aparece aparece brillante, liso, pálido y seco. En ocasiones aparece un tejido prominente en el meato uretral (carúncula uretral), así como pólipos uretrales o signos de prolapso uretral.
La edad, los datos clínicos y la sintomatología que refiere la paciente son el primer paso para establecer un diagnóstico. El ph vaginal se encuentra aumentado en la vaginitis atrófica y puede medirse de manera sencilla colocando una tira reactiva en la vagina. Un epitelio atrófico, pobre en glucógeno, con un pH superior a 5, favorece el crecimiento de patógenos procedentes de la piel y la flora rectal, así como por Candida, Trichomonas y vaginosis bacteriana
El test de Papanicolau confirma la presencia de atrofia vaginal.
Tratamiento de la vaginitis atrófica
Los estrógenos locales, en forma de crema u óvulos vaginales, revierten los cambios anatómicos propios de la atrofia, disminuyen el pH y la sequedad vaginal, revascularizan el epitelio e incrementan las secreciones vaginales y el número de células superficiales en la citología. De este modo, restauran la flora vaginal normal y reducen la frecuencia de infecciones vaginales y del tracto urinario. Las cremas, lubricantes o geles vaginales no hormonales favorecen el coito y mantienen las secreciones vaginales, mejorando la sequedad vaginal. Pueden recomendarse en mujeres con poca sintomatología. Los probióticos pueden proteger la flora vaginal en mujeres que no usen tratamiento hormonal. La menopausia es la causa principal de vaginitis atrófica. Sin embargo, otras situaciones que provoquen un estado hipoestrógenico pueden causar atrofia, como el periodo de amenorrea que se produce habitualmente durante la lactancia materna, mujeres en el posparto, pacientes sometidas a radioterapia en la zona de la pelvis o medicaciones con efecto antiestrogénico –tamoxifeno, danazol, medroxiprogesterona–.
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