Rocío López de la Chica y Miguel Ángel Corrales Chulián, autores del libro ‘Separada’ (Destino): Rocío López de la Chica y Miguel Ángel Corrales Chulián (Sevilla 1986 y 1980) son terapeutas Gestalt. Rocío es máster en Educación emocional y periodista, y Miguel Ángel es pedagogo, máster en Logopedia y experto en educación social. La maternidad y la paternidad revolucionaron su vida y experimentaron un profundo proceso de autoconocimiento que desembocó en una transformación y reinvención personal, profesional y familiar, lo que los llevó a fundar Creada, el proyecto con el que ayudan a los progenitores a cuidar de sí mismos y de sus ‘peques’ durante una separación o divorcio.
Redacción Farmacosalud.com
«Hollywood, Disney y el peso de la tradición judeocristiana nos han hecho creer que solo existe un modelo de familia. Como si todo lo demás perteneciera a una categoría inferior, de ahí que tantas parejas hayan aguantado, y sigan haciéndolo, en una relación que no solo no suma, sino que desgasta a todos los niveles, emocional, mental, físico y hasta espiritual, al carecer de amor. La experiencia de amor que se puede vivenciar gracias a dejar que el molde familiar se ensanche es inmensa. Claro que hablamos del concepto de amor real, no de la visión de amor romántico […]
Las separaciones forman parte de la vida, son un proceso natural. Si se te ha arrugado el entrecejo o has levantado una ceja ante lo extraño que te resulta leer esta afirmación, es normal. Tenemos unas creencias tan arraigadas al respecto tanto en nuestro inconsciente individual como colectivo que, en el día a día, no nos cuestionamos otras posibilidades y vivimos dichas afirmaciones como ‘la verdad’. Estas creencias nos impiden vivir las separaciones como lo que son, un proceso natural de la vida, a menos que hagamos un cambio de mentalidad». Desde luego, se puede estar de acuerdo o no con todo ello, pero de lo que no hay ningún tipo de duda es de que el libro ‘Separada’, escrito por Rocío López de la Chica y Miguel Ángel Corrales Chulián, y al que pertenecen estos pasajes, no deja a nadie indiferente. López de la Chica es quien atiende la entrevista solicitada por www.farmacosalud.com.
-Usted, junto a Miguel Ángel Corrales, ambos terapeutas gestalt, son los autores del libro ‘Separada’. Usted es madre de dos peques y Miguel Ángel es padre de dos peques más, y, tras separarse, formaron entre los 6 un nuevo núcleo familiar, lo que se conoce como una ‘familia enlazada’. ¿Cómo encajaron los excónyuges de ambos esta familia enlazada?
Cada uno lo afrontó de forma distinta, de la misma manera que cada uno de nosotros dos vivió nuestra nueva relación de forma diferente. Y la forma de llevarlo de cada adulto estaba condicionada por la mochila personal que cada uno cargaba hasta ese momento. Lo importante para nosotros fue informarles de nuestra decisión de convivir porque era una decisión que implicaba a los hijos, por lo que, como madre y como padre de los menores, les correspondía saberlo. A partir de ahí, nuestro foco estuvo puesto muy especialmente en atender los miedos e inseguridades que podían despertarse en nuestras criaturas ante este nuevo cambio en sus vidas.
-Precisamente, uno de los objetivos del libro se centra en dar las claves para lograr una separación consciente y responsable, pensando sobre todo en el bienestar emocional de los hijos. ¿Si tuviera que dar un primer consejo a alguien que está meditando acabar con su relación de pareja, habiendo un hijo o hijos de por medio, qué le diría?
Ante la duda acerca de qué hacer, le diría que se pregunte qué modelo de pareja quiere ofrecerle a su/s hijo/s, pues ellos y ellas -los hijos/as- no hacen lo que les decimos que hagan ni lo que les explicamos que es mejor para sí mismos, sino que hacen lo que nos ven hacer. Es por ello que, en la adultez, de forma consciente o inconsciente, reproducen lo que observaron y vivieron en su infancia y adolescencia. De ahí que sea bueno, desde el punto de vista del progenitor o de los progenitores, hacerse la pregunta de si lo que les une como pareja es el amor, o el miedo a la separación.
-Habitualmente las personas que se separan o divorcian, y en caso de que tengan descendencia, dicen que lo hacen, sobre todo, por el bien de los niños… ¿no será que -ni que sea en algunas ocasiones- lo hacen por su propio bien, el de los adultos?
Los hijos no necesitan a los padres conviviendo y en pareja, nos necesitan felices. Por lo tanto, nos necesitan en paz. Cuando en la relación de pareja no hay paz sino más bien todo lo contrario, la decisión de separarse o divorciarse evidentemente supone un beneficio para todos los miembros de la familia, para los hijos y para los adultos.
El período de adaptación que requiere un proceso de separación no es fácil para nadie. Sin embargo, el beneficio que puede obtenerse después a nivel emocional y psicológico es grande. Una relación de pareja no supone un beneficio porque sí, como no supone un perjuicio una separación. Una mala gestión de la relación de pareja puede dañar -igual que una mala gestión de la separación dañará-, mientras que una buena gestión de la relación de pareja, así como una buena gestión de la separación, pueden acarrear grandes beneficios.
Las necesidades auténticas de los niños, aquellas que les permitirán crecer con salud mental, se pueden cubrir ya estén sus padres en pareja, o ya estén separados, pues no es la forma de su relación la que satisface estas necesidades, sino la capacidad -de al menos uno de sus miembros- de ejercer su responsabilidad parental.
-Usted escribe en ‘Separada’: «Los casos de separación que ocurrían a mi alrededor siempre eran conflictivos. Se trataba de unas guerras de adultos donde no se tenían en cuenta a las criaturas en ningún momento, por lo que su sufrimiento estaba casi garantizado». ¿No será que, cuando hay una ruptura de pareja o matrimonial, un hijo siempre sufre, con independencia de que sus padres lleven muy bien la ruptura?
En absoluto tiene por qué ser así. Tenemos la suerte de acompañar a muchas madres y padres en sesión para ayudarles a transitar este proceso de la forma más armoniosa posible, y somos testigos de cómo muchísimas criaturas están exentas de sufrimiento durante la separación o divorcio de sus padres.
En general, a los menores la situación les puede doler, incomodar, generar inseguridad, tristeza… pero no tiene por qué acarrearles un sufrimiento ni dañarles, ni tampoco herirles. Necesitan contar con un espacio de confianza y seguridad y sentir que siguen perteneciendo a la familia, de la misma manera que necesitan sentir que el divorcio tiene que ver entre las figuras parentales, pero no con ellos. Así que mamá y papá siempre serán mamá y papá, y mamá y papá siempre les amarán y cuidarán, pase lo que pase.
-Se dice que dos no se pelean si uno no quiere… ¿dos no hacen las paces si uno no quiere? Lo preguntamos porque puede que un cónyuge quiera separarse con deseos de paz y armonía, pero si el otro arma jaleo sin parar…
Esto es lo más habitual y, en esos casos, la persona que decide llevar a cabo la separación consciente es muy importante que se haga con una red de apoyo, ya sea a través de sus amistades, familiares o algún profesional que le sirva de sostén. Pues es fácil en un momento de vulnerabilidad emocional entrar en una batalla de egos y en una lucha que, a esa persona consciente, le hará perder la mirada hacia quienes más le necesitan en ese momento de cambio: los hijos.
Y otra cuestión importante a tener en cuenta es poner límites cuando estos sean necesarios, para no tolerar faltas de respeto.
-En ‘Separada’ se lee: «En este libro vas a encontrar nuestra visión acerca de las separaciones de parejas con hijos, con la que queremos ofrecerte consuelo y una perspectiva diferente acerca de esta etapa vital que atraviesas. Pretende ser un soplo de aire fresco que te ayude a desdramatizar la experiencia por la que estás pasando». ¿La familia que vive una ruptura conyugal nunca desaparece, sino que se transforma o cambia de molde?
Exacto. Cuando una relación de pareja se termina, la familia no se rompe, sino que cambia de molde. Hay un vínculo que permanece de por vida, y es el que une el hecho de tener hijos en común, dado que la pareja puede dejar de serlo, pero ya no dejará de ser familia.
Otra cosa es cómo sea esa relación, que podrá ser de más o menos confianza, más o menos tensa, con más o menos capacidad de comunicación, pero en cualquier caso el vínculo de los progenitores con los mismos hijos no puede cesar. Por eso es importante distinguir entre el rol de hombre y mujer y el rol de padre y madre. Pues en el primer rol puede que las personas ya no tengan nada que ver la una con la otra, pero en el segundo caso, especialmente durante la infancia y adolescencia de los menores, hay mucho que compartir.
-Lo de ‘desdramatizar’ está muy bienintencionado, pero claro, hay casos y casos. Imagine a alguien que debe dejar el hogar conyugal porque se queda sin la custodia del/os hijo/s -por la razón que sea, no tiene por qué obedecer a un hecho negativo o delictivo- y debe volver a vivir con sus padres o alquilar una habitación, conviviendo entre desconocidos. Y, además, puede que vea como alguien se instala en calidad de nueva pareja en el antiguo hogar conyugal, vivienda que esa persona separada ha tenido que abandonar pero que sigue pagando -quizás por una hipoteca- sin que tenga derecho a disfrutar de ella… menudo panorama.
Bueno, en nuestros casos, ambos, por circunstancias distintas y ambas ligadas a la separación, tuvimos que volver a casa de nuestros padres, por lo que conocemos de primera mano lo que es vivir algo así. De hecho, porque hablamos desde la experiencia tanto personal como profesional acompañando a tantas personas en este proceso de transformación familiar, sí que hay situaciones realmente duras, dolorosas y difíciles. No obstante, hay otras que no tienen por qué serlo tanto, pero que al añadirle la carga juiciosa y el estigma social que todavía existe en estos procesos, se viven con un melodrama innecesario.
-¿A grandes rasgos, qué es la terapia gestalt y cómo puede ayudar esta disciplina a afrontar una separación o divorcio con hijos de por medio?
La separación abre heridas que nada o poco tienen que ver con la relación de pareja y sí con la historia personal de cada persona, especialmente con lo vivido en su infancia. Lo que vivimos en el pasado puede estar condicionando con facilidad el presente de forma inconsciente.
A través de la terapia Gestalt atendemos el presente con una mirada introspectiva que permita a la persona tomar conciencia de las limitaciones que están en el inconsciente y atender así lo que está condicionando a ese presente, con el fin de resolverlo o sanarlo y poder avanzar sin cargas. Como ejemplo de posibles cargas, patrones relacionales no identificados hasta el momento.