Redacción Farmacosalud.com
El 1 de junio es el Día Mundial de la lucha contra la Leishmaniosis. El objetivo de esta jornada es visibilizar esta enfermedad endémica en España, sobre todo teniendo en cuenta que no hay cura definitiva para eliminar la infección, pero que, tratada adecuadamente y con controles anuales, los perros y gatos pueden mantener una calidad de vida muy buena. La leishmaniosis preocupa cada vez más a los veterinarios porque se trata de una enfermedad zoonótica que se transmite tanto a animales como a humanos por la picadura de hembras de un tipo de insectos llamados flebótomos. Preocupa también, por su actual expansión, especialmente a la cuenca mediterránea, a causa del cambio climático y el deterioro medioambiental que favorece la presencia del vector.
Por todo ello, el Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona (COVB) considera que hay que extremar la vigilancia y la prevención para frenar el aumento de casos. A pesar de que los perros son el principal reservorio del parásito que la provoca en las áreas endémicas, los gatos también pueden infectarse por Leishmania. En España se considera que la incidencia de leishmaniosis canina es de 31 casos nuevos por cada 1.000 perros al año. En el caso de los gatos, a pesar de ser un país endémico, la afección tiene una distribución heterogénea y no se ha descrito en todas las áreas geográficas. La prevalencia en estos felinos oscila, de manera similar a otras partes del mundo, entre el 1,3% hasta el 60%.
Una enfermedad silenciosa y con muchas caras
El COVB definen la leishmaniosis como una enfermedad silenciosa y con muchas caras. Por un lado, es silenciosa porque un perro puede estar infectado y no tener alteraciones clinicopatológicas o, incluso, si las desarrolla, pueden pasar de 4 a 6 meses hasta que éstas sean visibles. Por otro lado, se dice que tiene muchas caras porque presenta signos clínicos y alteraciones en las analíticas muy diversos. Los signos clínicos más habituales son lesiones en la piel, heridas que no curan y crecimiento excesivo de las uñas. También pueden presentarse signos clínicos menos habituales y que pueden pasar más desapercibidos como pérdida de peso, de hambre, apatía, problemas oculares y de las articulaciones, cojera, y en fases más avanzadas, problemas a los riñones y otros órganos internos.
Para contrarrestar esta variabilidad de alteraciones clínicas, la recomendación del COVB para los veterinarios es incluir la leishmaniosis en cualquier diagnóstico diferencial para poder tratarla lo antes posible de forma adecuada y para que sea una enfermedad bien controlada clínicamente.
Para los propietarios, las recomendaciones son el uso tópico de repelentes frente al flebótomo en diferentes formulaciones (pipeta o collar) y reforzar el sistema inmunitario para conseguir en zonas endémicas disminuir el riesgo de infección y las probabilidades de desarrollar la patología.
Sin una estrategia definida para la prevención de la infección por Leishmania en gatos
Los gatos desarrollan la afección en menor grado que los ejemplares caninos y no es tan conocida la situación epidemiológica de la leishmaniosis en las áreas endémicas.
No hay una estrategia definida para la prevención de la infección por Leishmania en gatos, pero todos los estudios indican que la leishmaniosis canina y felina son muy parecidas desde un punto de vista clínico-práctico y, por lo tanto, también hay que tenerla presente al hacer un diagnóstico diferencial. Esto permitiría tener datos más cuidadosos de la situación actual de la leishmaniosis en felinos.