Redacción Farmacosalud.com
El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), del Ministerio de Sanidad, ha presentado las Normas de certificación de los Programas de Optimización de Antimicrobianos hospitalarios y comunitarios que fueron aprobadas el pasado 19 de diciembre por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Se trata de dos documentos elaborados por el PRAN junto a las sociedades científicas SEFH y SEIMC, del ámbito hospitalario; y AEPap, SEFAP, SEIMC, SEMERGEN, SEMFYC, SEMG y SEPEAP, del ámbito comunitario, con la colaboración de las comunidades autónomas.
Entre los autores de la Norma de Certificación del PROA comunitario se encuentran 16 Farmacéuticos de Atención Primaria (FAP), uno de los cuáles ha coordinado el grupo de trabajo de elaboración de la Norma desde el último semestre de 2018. “Ello pone de manifiesto el importante papel del FAP en estos programas”, afirma Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), quien considera que, desde la puesta en marcha del PRAN en 2014 y, principalmente, desde la publicación en 2017 del documento general de los PROA del PRAN, se puso de manifiesto la necesidad de definir una batería de elementos comunes que constituyeran la base o el conjunto mínimo de buenas prácticas que deberían reunir todos los PROA que se desarrollaran en España.
“Las normas aportan este marco de referencia, la guía de trabajo de los equipos y las estrategias e intervenciones a poner en marcha para garantizar la instauración de PROA de calidad, favoreciendo a la vez la coordinación asistencial y el apoyo institucional. Para aquellos centros donde no hubiesen iniciado este tipo de programas, estas normas constituyen un punto de partida y una motivación para formar equipos y elaborar programas locales. Para aquellos centros con PROA activos constituyen un aliciente para avanzar en una línea de mejora continua hacia modelos de trabajo más potentes, con más intervenciones basadas en la evidencia y más sinergias, garantizando mejores resultados clínicos”, argumenta Fernández Urrusuno.
Impacto de las nuevas normas en la actividad del FAP
Según explica la portavoz de SEFAP, “muchas de las actividades e intervenciones que se plantean en la Norma del PROA comunitario son funciones específicas del FAP en el seno de los equipos multidisciplinares en Atención Primaria” (AP). Entre ellas, se encuentran aquellos aspectos relacionados con la monitorización de antimicrobianos, la retroinformación de resultados a profesionales y gestores, la formación de profesionales en el uso adecuado de los medicamentos y otros aspectos relacionados con la seguridad del paciente y los canales de comunicación con la población, con la farmacia comunitaria o con los centros sociosanitarios.
“Todas estas son áreas de trabajo habituales del farmacéutico de Atención Primaria. Por lo tanto, se espera una gran implicación del FAP como profesional clave en el éxito de los PROA comunitarios”, afirma Fernández Urrusuno, quien recuerda que “en muchas ocasiones” los FAP son los coordinadores de los equipos PROA en Atención Primaria: “En estos casos, se requerirá un mayor liderazgo para impulsar al equipo, a los gestores y a todos los profesionales del Área de Salud a conseguir poner en marcha y mantener en el tiempo el mayor número posible de actuaciones, estrategias e intervenciones destinadas a mejorar el abordaje de las infecciones a través del mejor uso de los antimicrobianos”.
En ese sentido, por último, Fernández Urrusuno destaca la experiencia acumulada durante muchos años por los FAP como líderes de los Programas de Uso Racional de Medicamentos y como promotores o miembros de las Comisiones Interniveles con los Hospitales de referencia, como líderes de los Programas de Uso Racional de Medicamentos y como miembros de grupos de trabajo en otras áreas terapéuticas. “Esto es muy importante, porque estos canales de comunicación y de coordinación con el resto de profesionales de los equipos de Atención Primaria, así como los lazos de coordinación con los otros niveles asistenciales que ya habían sido creados, constituyen ahora elementos facilitadores para desarrollar ahora algunas de las líneas de trabajo conjuntas contempladas en las normas”, concluye.