Redacción Farmacosalud.com
Con el objetivo de facilitar el diagnóstico precoz de la insuficiencia cardiaca (IC) y su manejo en personas con exceso de peso, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) han elaborado el consenso ‘Detección y manejo de la insuficiencia cardiaca en el paciente con obesidad’. El nuevo documento repasa qué pruebas se aconseja solicitar desde las consultas de endocrinología ante síntomas y signos de sospecha de IC en sujetos con obesidad. De este modo, la determinación en sangre de los péptidos natriuréticos, como el NT-proBNP, y los nuevos marcadores plasmáticos, como el carbohidrato 125, son novedades destacadas del consenso.
“Para hacer un diagnóstico, lo esencial no son las pruebas, sino que nos planteemos el diagnóstico. Los síntomas iniciales de la insuficiencia cardiaca pueden estar enmascarados por la propia obesidad, por lo que el documento pretende facilitar esos diagnósticos haciendo una llamada sobre la importancia de que nos planteemos ese diagnóstico, que es difícil de hacer. Entre las pruebas que pueden resultar más novedosas destacaría la determinación en sangre de los péptidos natriuréticos, como el NT-proBNP. La principal utilidad clínica de los péptidos natriuréticos es su capacidad para descartar un diagnóstico de IC… es decir, un valor normal descarta el diagnóstico”, explica la Dra. María Ballesteros Pomar, patrona de la Fundación de la SEEN y miembro de las Áreas de Obesidad y Nutrición de la SEEN, y jefa de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Asistencial Universitario de León.
“El problema es que la obesidad a veces hace que los valores no puedan ser interpretados adecuadamente, por lo que se están planteando nuevos marcadores plasmáticos, como el carbohidrato 125, que en el futuro nos ayudarán en el seguimiento del paciente porque sus valores no se ven influenciados por el peso, a diferencia de los péptidos natriuréticos. El documento, asimismo, plantea un algoritmo que facilitará realizar el diagnóstico”, remarca la Dra. Ballesteros.
A todo esto, un electrocardiograma normal tiene un excelente valor predictivo negativo para descartar la insuficiencia cardiaca. Asimismo, la ecocardiografía y otras técnicas de imagen son clave para llegar a la identificación de esta afección.
Tendencia epidémica de la obesidad
El exceso de peso es actualmente una enfermedad sumamente prevalente, con tendencia epidémica, de etiología multifactorial y en algunos casos sumamente compleja. Es causa de múltiples complicaciones metabólicas bien conocidas, de tal manera que el sobrepeso y la obesidad constituyen unos de los principales factores de riesgo para padecer enfermedad cardiovascular. Igualmente, la obesidad es un factor de riesgo de IC y puede duplicar el riesgo de desarrollarla. Así, algunos estudios muestran que el peligro de insuficiencia cardiaca se incrementa un 5% en hombres y un 7% en mujeres por cada punto de incremento en el índice de masa corporal. Sin embargo, identificar esta patología en el sujeto con exceso de peso es un reto importante porque su principal síntoma, que es la intolerancia al esfuerzo, se suele atribuir a la propia obesidad en lugar de a la insuficiencia cardiaca.
“El diagnóstico de la insuficiencia cardiaca en estos casos, especialmente en fases iniciales, constituye un auténtico desafío clínico porque los pacientes con obesidad presentan con frecuencia otras comorbilidades que hacen aún más complejo su diagnóstico”, subraya la Dra. Raquel Campuzano, una de las autoras del nuevo documento y expresidenta de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
Bendopnea y ortopnea
La IC se produce cuando el corazón no es capaz de bombear suficiente sangre al organismo. Entre sus síntomas se encuentran la disnea (falta de aire por causa cardiaca) y la dificultad para realizar ejercicio o actividades físicas habituales. La evaluación de estos síntomas y signos es un elemento clave para llegar a su detección, aunque es necesario realizar exploraciones complementarias para confirmarla. “Además de la intolerancia al esfuerzo, hay algunas características que la hacen más específica de la insuficiencia cardiaca, como la presencia de bendopnea (disnea al atarse los zapatos) y ortopnea (disnea más evidente al acostarse)”, apunta el Dr. Vicente Arrarte, miembro de la SEC y también autor del consenso.
Por otro lado, “sabemos que la edad mayor de 65 años, la presencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, antecedentes de cardiopatía isquémica y fibrilación auricular son factores de riesgo que aumentan la probabilidad de insuficiencia cardiaca en el paciente con obesidad”, detalla Campuzano, quien añade que muchos de esos condicionantes “concurren en estos pacientes”. Según la Dra. Ballesteros, “el principal factor de riesgo es la propia obesidad, por lo que en el documento se plantea que ese abordaje -que por supuesto tiene que ser intensivo por otros factores- debe comenzar por el manejo de la propia obesidad. No olvidemos que, si tratamos la obesidad, estamos tratando otros factores fundamentales como la diabetes, la hipertensión o la dislipemia”, precisa la patrona de la Fundación de la SEEN.
Tratamiento inicial
El documento también plantea el tratamiento inicial para los casos de IC en individuos con exceso de peso, así como la derivación y coordinación con cardiología. “El diagnóstico y tratamiento precoz de la insuficiencia cardiaca en personas con obesidad conlleva mejor pronóstico, por lo que aunar esfuerzos entre especialidades siempre es positivo”, coinciden los Drs. Campuzano y Arrarte.
Terapéuticamente hablando -y siguiendo la misma línea apuntada anteriormente- “el principal foco debe ser el tratamiento de la obesidad lo más precoz e intensivamente posible. Si no, es difícil que tengamos éxito en el diagnóstico y en el manejo de la insuficiencia cardiaca. Disponemos además de fármacos como los iSGLT2, que han demostrado un enorme beneficio en la IC, independientemente de la presencia de diabetes, pero especialmente indicados en este subgrupo de pacientes con diabetes siempre que no existan contraindicaciones”, indica Ballesteros.
“Además, el trabajo en equipo entre cardiólogos y endocrinólogos es clave para el éxito, como se refleja en el documento. Para terminar, me gustaría destacar que la obesidad es una enfermedad crónica que además estigmatiza a las personas que la padecen; por eso debemos hablar de personas con obesidad y no de obesos, que tiene un cierto componente peyorativo”, afirma la Dra. Ballesteros.
En resumen, con el nuevo consenso el endocrinólogo -que es el especialista dedicado tanto a la atención global del paciente con exceso de peso como al estudio y tratamiento de las complicaciones asociadas a este problema de salud- ahora cuenta con una herramienta más de ayuda para conseguir realmente un abordaje integral. Este documento, asimismo, complementa la guía de abordaje de la obesidad y muestra el carácter multidisciplinar que puede requerir la atención de las personas que sufren este tipo de problemas ponderales. “Además, pone de manifiesto una de las misiones más relevantes de la SEEN, que es la formación de sus miembros en pos de la excelencia de la atención médica”, comenta la Dra. Ani de Hollanda, coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN.