Redacción Farmacosalud.com
Los autores del ‘Informe de la evolución del suicidio en España desde 2000-2021’ han observado que hay un patrón estacional que se repite año tras año: un claro aumento de la mortalidad por suicidio en los meses de verano. De ahí que resulte lógico pensar que el efecto del calor puede ser uno de los principales resortes que empujan a materializar tales actos autoagresivos. Este es un largo debate que no solamente implica a las conductas suicidas, sino también a otro tipo de comportamientos que registran una mayor actividad durante la época veraniega, como son la comisión de crímenes, el inicio de separaciones conyugales, etc. “No se sabe exactamente por qué, pero sí que el calor moviliza determinados procesos neuroquímicos que dan lugar a que sea más probable que las personas tengan un pico de conducta agresiva o autoagresiva en esas fechas”, explica el Dr. Alejandro de la Torre, uno de los coautores del nuevo documento.
“Por tanto, indirectamente sí que hay cierta relación entre el calor y el pico de suicidios, pero no puedo aventurarme a decir que la relación sea directa y clara y que no hay otros factores implicados de por medio, que los hay”, argumenta De la Torre.
¿Así pues, el cambio climático -con sus previsibles olas de temperaturas extremadamente altas- podría incrementar las cifras de suicido en España? “Podría ir en esa línea… lo que pasa es que estamos ante un fenómeno climático bastante nuevo, es decir, visto durante los últimos años (en la última década como mucho), por lo que necesitaríamos más tiempo para ver si realmente hay una correlación directa entre calor extremo y suicidios”, señala el especialista, a su vez científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) e investigador principal del Grupo de Investigación en Epidemiología Psiquiátrica y Salud Mental de la Universidad Complutense (Madrid).
En definitiva, que el Dr. De la Torre cree que sí, que el cambio climático podría ir acompañado de un posible incremento de los actos suicidas, si bien se trata de un razonamiento que, ahora mismo, es totalmente especulativo a la espera de que se planifiquen y realicen estudios lo suficientemente robustos como para permitir “controlar todas las variables que puedan estar influyendo” en esa hipotética relación entre ambas realidades.
Creciente mortalidad por suicidio en España desde 2018
Además del Dr. De la Torre, han participado en la elaboración del ‘Informe de la evolución del suicidio en España desde 2000-2021’ los Drs. Víctor Pérez, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (INAD) y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, y José Luis Ayuso, catedrático en Psiquiatría y director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Investigación y Formación en Servicios de Salud Mental en la Universidad Autónoma de Madrid. Para la realización del nuevo trabajo, estos científicos han recogido datos anónimos procedentes de un análisis temporal del período 2000-2021 que se desprenden de la investigación del consorcio SURVIVE y de la acción de vigilancia epidemiológica de la Plataforma Nacional para el Estudio y la Prevención del Suicidio a partir de los fallecimientos y microdatos asociados, fruto del convenio con el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Del análisis se desprende una tendencia creciente de mortalidad por suicidio en España desde 2018. Dicha tendencia se ha visto cristalizada en 2021, período en el que se observa un crecimiento anual del 6% con respecto a 2018. Esta cifra refleja el fuerte impacto de la pandemia de COVID-19 en el aumento de la mortalidad por suicidio en España. Según datos del INE, en territorio español fallecieron por suicidio 4.003 personas en 2021, informa el CIBERSAM mediante un comunicado.
Mayor tasa de muertes en hombres y personas de mediana edad
Asimismo, en 2021 se corroboran las tendencias poblacionales vistas en años anteriores: una mayor tasa de fallecimientos por conducta suicida en hombres e individuos de mediana edad (40-64 años). Es destacable también el aumento registrado en personas no nacidas en España. La tasa de mortalidad española por esta conducta se va acercando peligrosamente a la media mundial marcada por la OMS. Provincias de las comunidades autónomas de Galicia, Andalucía, Castilla y León, Cataluña y Aragón son las que más se han visto afectadas por los suicidios en 2021.
En relación a los dos años de pandemia analizados (2020 y 2021), se constata un claro efecto en el número de sujetos que se quitaron la vida, tanto en hombres como en mujeres, y tanto en personas nacidas en España como nacidas fuera. Se observa, además, un crecimiento de casi el 25% de la mortalidad en personas migrantes, números que convierten a este grupo en el más afectado por la pandemia. Por otro lado, solo el grupo de individuos de mediana edad presenta un incremento de muertes por suicidio durante la fase más dura de la crisis derivada del COVID-19.
La paralización de gran parte de la economía perjudicó especialmente al colectivo de mediana edad
Así las cosas, está claro que durante la pandemia ha habido más defunciones por suicidio que las registradas en 2018, en plena prepandemia. “La crisis pandémica del COVID-19 ha llevado a una aceleración de ese crecimiento, observándose en 2020 más casos de los que se preveían ver”, expone el Dr. De la Torre.
Para este experto del CIBERSAM, el distanciamiento social y el acotamiento de la actividad laboral (únicamente podían trabajar los servicios esenciales), ambas medidas destinadas a frenar la expansión del coronavirus, dieron lugar a una situación “relativamente complicada” que involucró especialmente a personas de mediana edad, quienes en muchos casos ejercen como trabajadores autónomos y empresarios, y que durante la pandemia tuvieron que afrontar una serie de “desafíos, pagos, etc., sin contar con la misma capacidad productiva”, puesto que no estaban autorizados a desarrollar su actividad económica. Esa podría ser una de las causas que explicarían el incremento de los suicidios entre el colectivo de mediana edad durante la fase más dura del nuevo escenario dibujado por el COVID-19. La falta de contacto social también tuvo su papel en este asunto, dado que había muchas menos posibilidades de que los trabajadores -temporalmente inactivos- se sintieran apoyados a la hora de afrontar los desafíos asociados a la crisis sanitaria.
En cuanto a la mayor tasa de suicidios en varones, De la Torre subraya que este fenómeno no es algo nuevo: “el suicidio tiene varias vertientes, como son la ideación suicida, la conducta suicida entendida como intento de suicidio, y la muerte por suicidio. Generalmente, los hombres han tenido mayor tasa de mortalidad por suicidio, siempre se enganchan a intentos más letales, mientras que las mujeres suelen presentar una mayor ideación suicida y mayor número de intentos, pero con métodos menos letales y, por lo tanto, tienen menos éxito en su cometido, que es el de quitarse la vida”.
Finalmente, cabe decir que son los residentes en grandes ciudades y capitales de provincia (donde la implantación de las medidas de control de la pandemia dio lugar a una mayor alteración de la vida cotidiana) los que han resultado más afectados en términos de mortalidad por suicidio durante la pandemia.
Radiografía del suicidio en 2021
De media diaria, 11 personas se quitaron la vida en España en 2021, lo que supone una tasa cruda de mortalidad de 8.45 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Las cifras de 2021 indican, en la línea con lo observado en la serie temporal de 2000-2020, que 3 de cada 4 personas que murieron por suicidio en 2021 eran hombres (en concreto, 2.982 casos). La mitad de los fallecidos tenía una edad comprendida entre los 40-64 años (en concreto, 2.016 personas). Con respecto a las demás franjas etarias, un 31% tenían 65 años o más, un 13.8% entre 25 y 39 años, y un 5% entre 10 y 24 años. No se vio ningún caso de muerte por suicidio en menores de 10 años durante 2021.
En relación al país de procedencia, el 87% de las personas fallecidas (3.490) habían nacido en España; el resto (12.7%) habían nacido en otros países. En cuanto al lugar de residencia, un 32% vivían en capitales de provincia. Casi un cuarto de los fallecidos vivía en zonas rurales (municipios de menos de 10.000 habitantes) o municipios urbanos de entre 10.001-50.000 habitantes (24.6% y 24.7%, respectivamente). El resto, residían en ciudades grandes (más de 50.000 habitantes, no siendo capitales de provincia).
En lo relativo a la distribución temporal de los suicidios, se observa que en prácticamente todos los meses (excepto enero y agosto) hay un mayor número de personas fallecidas en 2021 que en los años 2019 y 2020. Asimismo, se constata un claro aumento de la mortalidad por conductas suicidas en los meses de verano, tal y como ya se ha apuntado anteriormente. De hecho, es julio el mes en que se produce un mayor número de fallecimientos en 2021, superándose los 400 difuntos en un solo mes.
26 de las 50 provincias españolas sobrepasan la media mundial de mortalidad por suicidio
Geográficamente hablando, se observan las tasas más altas de letalidad por suicidio (tasas superiores a 10 por cada 10.0000 habitantes) en Galicia (todas las provincias), Asturias, Castilla y León (provincias de Zamora, León, Palencia, Burgos y Ávila), Aragón (Teruel y Huesca), Cataluña (provincia de Gerona) y Andalucía (provincias de Córdoba, Jaén, Málaga y Granada). Las demarcaciones con mayor tasa de mortalidad fueron Jaén (13.1 por cada 100.000 habitantes), Zamora (14.2 por cada 100.000 habitantes) y Lugo (15.6 por cada 100.000 habitantes).
Un total de 26 de las 50 provincias españolas sobrepasan la media mundial de mortalidad por suicidio, indicada por la OMS para 2019 (9 fallecidos por cada 100.000 habitantes). En cambio, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, y las provincias de Guadalajara y la Comunidad de Madrid, presentan las tasas más bajas de todo el territorio español.