Redacción Farmacosalud.com
“Es importante destacar que la protección con la vacunación completa con vacunas de ARN Moderna COVID-19 y Pfizer-BioNTech frente al COVID-19 previene de posibles efectos o secuelas asociadas al COVID Persistente”, asegura la Dra. María del Mar Tomás Carmona, médico microbióloga del Hospital A Coruña, investigadora sénior del Instituto de Investigación Biomédica (INIBIC) y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Recordemos que se conoce como COVID Persistente al mantenimiento de síntomas de esta enfermedad una vez finalizada la fase de infección activa.
A la espera de ver si a finales de este mes los mayores de 80 años y usuarios de residencias de mayores en España ya pueden recibir la cuarta dosis de los sueros antiCOVID actualizados con las nuevas variantes del coronavirus, de momento la Dra. Tomás Carmona ya adelanta que “las vacunas basadas en la tecnología de ARN han sido un factor clave en la pandemia”, ya que han propiciado “un descenso muy importante de hospitalizaciones y muertes”. En el apartado de medicamentos usados para los casos en que el COVID-19 ya está instaurado, la portavoz de SEIMC resalta la “eficacia sustancial del inhibidor de proteasa oral nirmatrelvir en pacientes no vacunados de alto riesgo infectados con la variante B.1.617.2 (delta)”, si bien los datos sobre su uso frente a ómicron son por ahora “limitados”.
-¿Al inicio del último trimestre del año 2022, qué variantes del SARS-CoV-2, el virus causante del COVID-19, predominan ahora y son más preocupantes?
Las variantes que siguen predominando son las derivadas de ómicron, siendo BA.4 y BA.5 las más frecuentes por el momento. Dichas variantes son más contagiosas, pero no causan que la enfermedad sea más grave. Los principales síntomas son fiebre, fatiga o astenia y muestran una duración de en torno a 4 días. Sin embargo, hay que proteger a los más vulnerables, ya que en ellos BA.4 y BA.5 podrían provocar enfermedad grave, así como hospitalización. Finalmente, ambas variantes comparten una característica común: aumentan la capacidad de reinfección.
-¿Las vacunas existentes y las próximas que llegarán están preparadas frente a esos nuevos linajes del coronavirus?
La Agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) modificó las autorizaciones de uso de emergencia de la vacuna Moderna COVID-19 y la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 en relación con las formulaciones bivalentes de las vacunas para su uso como dosis de refuerzo única al menos dos meses después de la vacuna primaria o de refuerzo. Las vacunas bivalentes, a las que también nos referiremos como ‘refuerzos actualizados’, contienen dos componentes de ARN mensajero (ARNm) del virus SARS-CoV-2: uno de la cepa original del SARS-CoV-2 y otro común entre los linajes BA.4 y BA.5 de la variante ómicron del SARS-CoV-2. La vacuna Moderna COVID-19 bivalente está autorizada para su uso como dosis única de refuerzo en personas mayores de 18 años. La vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 bivalente está autorizada para su uso como dosis de refuerzo única en personas de 12 años de edad y mayores. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ya está estudiando estos preparados de refuerzo con formulaciones bivalentes y se espera que en unas semanas sean autorizados.
Los sueros monovalentes contra el COVID-19 que están autorizados o aprobados por la FDA y que se han administrado a millones de personas en los Estados Unidos desde diciembre de 2020 contienen un componente de la cepa original del SARS-CoV-2.
-¿Más allá de la vacunación preventiva, qué nivel de eficacia muestran los fármacos existentes para tratar los casos en los que el COVID-19 ya está instaurado?
Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista ‘The New England Journal of Medicine’ demuestra la eficacia sustancial del inhibidor de proteasa oral nirmatrelvir en pacientes no vacunados de alto riesgo infectados con la variante B.1.617.2 (delta) del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2). Los datos sobre la eficacia de nirmatrelvir en la prevención de la enfermedad grave por coronavirus 2019 (COVID-19) de la variante B.1.1.529 (ómicron) son limitados. Entre los pacientes de 65 años o más, las tasas de hospitalización y mortalidad por COVID-19 fueron significativamente más bajas entre los que recibieron nirmatrelvir que entre los que no lo recibieron. No se encontró evidencia de beneficio en adultos más jóvenes.
-¿Qué avances en investigación se han logrado con respecto a la baja gravedad del COVID-19 en niños? ¿En los menores de edad puede haber la clave -en sus mucosas nasales o en las particularidades de su organismo en crecimiento, por ejemplo- que permita descubrir un antiviral que anule o minimice la gravedad de la enfermedad en adultos?
En niños, la infección COVID ha mostrado menor riesgo de enfermedad grave debido a una mayor protección a través de la inmunidad innata asociada a macrófagos y neutrófilos. El papel de los neutrófilos en la COVID-19 no parece tan crítico como el de los macrófagos; sin embargo, es una pieza más de la intervención del sistema inmune en esta patología. Los neutrófilos representan el mayor porcentaje de leucocitos en la sangre periférica, y son las primeras células en acudir ante una respuesta inflamatoria en cualquier tejido. Inician respuestas muy rápidas y agresivas ante la presencia de bacterias, virus y hongos. Además, en pacientes con COVID-19 (SARS-CoV-2) de avanzada edad, se ha observado la disminución de la enzima antioxidante super-óxido-dismutasa-3 (SOD3), lo que favorece el estrés oxidativo.
Luego, si bien los niveles de neutrófilos en los tejidos pulmonares son muy inferiores a los encontrados de macrófagos y linfocitos T, el SARS-CoV-2 provoca que los neutrófilos produzcan una respuesta inflamatoria agresiva, lo que conlleva un inadecuado funcionamiento de las células pulmonares y de los eritrocitos. Esto provoca hipoxia y fallo respiratorio, contribuyéndose así al daño pulmonar y a la gravedad de los pacientes con COVID-19. En cambio, los niños presentan neutrófilos menos reactivos, menos adherentes, y un equilibrio redox más estable, siendo mucho menos propensos a una enfermedad severa.
Sin embargo, es importante destacar que la protección con la vacunación completa con vacunas de ARN Moderna COVID-19 y Pfizer-BioNTech frente al COVID-19 previene de posibles efectos o secuelas asociadas al COVID Persistente.
-Está claro que a partir de ahora tendremos que convivir con el COVID-19, pero: ¿la pandemia en sí ha acabado, al menos en los países occidentales?
La convivencia con el COVID es evidente y probablemente presentará un carácter estacional. En los meses de otoño e invierno podría incrementarse el número de infecciones, así como de hospitalizaciones. Sin embargo, gracias a las campañas de vacunación centradas en pacientes vulnerables, el impacto sanitario de las posibles nuevas olas epidémicas podría ser menor.
-Algunas personas dicen que nadie habla ya del COVID-19… ¿eso es porque la inmunización vacunal ha funcionado y han caído en picado las defunciones y hospitalizaciones asociadas al SARS-CoV-2?
Las vacunas basadas en la tecnología de ARN han sido un factor clave en la pandemia, ya que han permitido, por un lado, un descenso muy importante de hospitalizaciones y muertes, y por otro, una evolución del SARS-CoV-2 hacia variantes menos virulentas como las asociadas a ómicron.
-¿El uso de mascarillas en recintos sanitarios, centros residenciales para mayores y farmacias ha llegado para quedarse sine die?
En principio, el uso de mascarillas en recintos sanitarios, centros residenciales para mayores y farmacias debería mantenerse especialmente en periodos de mayor incidencia de infección (probablemente otoño e invierno) con el fin de evitar hospitalizaciones y mortalidad.
-¿Por cierto, en qué situación se encuentran los profesionales sanitarios en relación a los efectos no infecciosos derivados del COVID-19, como son el agotamiento y el estrés laboral? ¿En general, han podido recuperarse?
Aunque en el momento actual a nivel hospitalario la situación pandémica ha mejorado gracias a una menor tasa de ingresos de pacientes, los centros de Atención Primaria continúan tensionados y requieren una mayor atención por parte de las instituciones sanitarias. El personal sanitario muestra un importante nivel de cansancio y estrés asociados a la pandemia de COVID-19, siendo necesario realizar una valoración general con el fin de determinar posibles consecuencias en la salud derivadas de la pandemia.