Redacción Farmacosalud.com
Una revolucionaria intervención que ha permitido trasplantar un hígado en principio defectuoso para injerto en un receptor médicamente desahuciado, tras tratar y ‘curar’ el órgano donado y almacenarlo durante un período de 3 días, ha puesto de manifiesto los enormes avances logrados en el campo del trasplante de órgano sólido. El procedimiento usado para la exitosa operación, la conocida como perfusión normotérmica ex situ, se perfila como un novedoso método que, todavía en fase de experimentación, posibilitará la realización del trasplante de aquellos hígados que, una vez extraídos, son sospechosos de no ser válidos para injerto y, por ello, son posteriormente descartados.
La revista ‘Nature Biotechnology’ publica los detalles del revolucionario trasplante hepático, cuya principal novedad radica en el hecho de que el órgano fue conservado durante 3 días, período de almacenamiento que contrasta con la ventana de margen que suele haber para los injertos en general, que sería de un máximo de 12 horas.
El método clásico de conservación, el uso de hielo
Desde hace varias décadas, el método tradicional que se aplica para mantener en buen estado un órgano sólido candidato a injerto es la conservación en frío, es decir, el órgano va cubierto de varias bolsas estériles que luego se introducen en un recipiente lleno de hielo. De este modo, durante el tiempo que transcurre desde la extracción en el donante hasta el implante en el receptor, la conservación tiene lugar bajo condiciones de hipotermia, en torno a los 5 grados centígrados. “Durante este tiempo se ha visto que, salvo alguna incidencia muy esporádica, los resultados son buenos, y la verdad es que no se han producido cambios significativos en todos estos años hasta la reciente aparición de las modernas máquinas de perfusión”, explica la Dra. Gloria de la Rosa, responsable del Programa de Trasplante Hepático de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
Así las cosas, el equipo de cirujanos suizos que llevó a cabo la operación pionera usó una máquina de perfusión normotérmica ex-situ, que replica las condiciones fisiológicas del cuerpo humano (un dispositivo sustituye a los pulmones, otro al corazón, etc.), para que el hígado extraído se conservara y pudiera ser transferido cuando se dieran las condiciones adecuadas. Pero es que, además, si bien el órgano estaba dañado previamente a su extracción, el circuito perfusor logró tratarlo y ponerlo en condiciones para poder ser implantado en el receptor.
‘A propósito de un caso’
La Dra. de la Rosa matiza que esa intervención extrema no deja de ser un caso aislado y que, por tanto, está desprovista aún de evidencia científica ya que, técnicamente hablando, es un ejemplo “de lo que se conoce como ‘a propósito de un caso’. Además, es un trasplante en el que se ha hecho un uso compasivo de un dispositivo para un hígado que, en otras circunstancias, hubiera sido descartado para injerto, y cuyo receptor era un paciente que no cumplía las condiciones para recibir un trasplante estándar porque su pronóstico era muy malo”. Cabe destacar que el órgano hepático escogido no era apto para trasplante por la presencia de una posible lesión, y que el receptor, un paciente afecto de cáncer de hígado, estaba médicamente desahuciado. Este paciente, un año después de haber recibido el injerto, se encuentra en buen estado.
Llegados a este punto, la Dra. De la Rosa aclara que, aunque de manera incipiente, en España también se va acumulando poco a poco evidencia científica a partir de la utilización de dispositivos de perfusión ex-situ -el órgano ya ha sido extraído- y normotérmicos, por lo que, en lugar de usarse hielo (hipotermia) para la conservación, el órgano es mantenido en unas condiciones de temperatura muy parecidas a las del cuerpo humano. En principio, la maquinaria de perfusión empleada por los suizos sería similar a la que se usa en otros países europeos, pero no idéntica.
A juicio de la experta, mediante el abordaje de un caso tan extremo el equipo suizo ha dado algo así como un “gran salto” y no ha seguido “los pasos intermedios que se están dando por ejemplo en España y en el resto de Europa”, y cuyos resultados son “más pausados”.
Lo que quiere decir De la Rosa es que las novedosas máquinas de perfusión se están probando para dar salida a aquellos órganos que, una vez extraídos del donante, generan dudas sobre su viabilidad para injerto. Son hígados que, a priori, por la analítica realizada, antecedentes y situación del donante parecía que podían ser válidos para trasplante, pero que cuando son vistos in situ generan dudas sobre su viabilidad por presentar un aspecto graso o isquémico. “Y entonces los cirujanos se encuentran ante la disyuntiva de implantar o no ese órgano -sostiene-. Y ahí es donde entran, en una primera fase, los nuevos dispositivos, puesto que nos van a permitir no solamente recuperar el órgano -durante unas horas se le trata con aportación de nutrientes, sangre, infusión de temperatura adecuada-, sino que también podemos verificar con analíticas que lo que hemos hecho durante estas horas ha funcionado, o sea, que el hígado se ha recuperado y mejorado. Todo ello propicia que, una vez garantizado el éxito del trasplante, los cirujanos decidan en última instancia llevar a cabo la cirugía”.
300 hígados dudosos anuales en España que en un futuro podrían ser aprovechados
En ocasiones, los profesionales que realizan estas intervenciones quirúrgicas se encuentran con órganos que presentan alguna tumoración o lesión que hay que biopsiar antes de seguir adelante con el trasplante, “pero es raro que en el procedimiento desarrollado en Suiza se tardara tanto tiempo (3 días)”, señala la Dra. De la Rosa. En España, cada año aparecen unos 300 de esos hígados dudosos que, al final, acaban siendo descartados para injerto. “Quizás dentro de unos años lleguemos a la situación atípica descrita en Suiza -en la que recuperaríamos un hígado claramente candidato a descarte-, pero creo que aquí de momento hemos pensado en superar algo así como lo que sería una fase intermedia, consistente en dar salida al gran volumen de órganos hepáticos dudosos pero no descartables al 100%... ahí es donde tenemos un amplio campo de mejora”, apunta.
La revolucionaria maquinaria usada por el equipo suizo ha venido precedida por el éxito de los primeros dispositivos de perfusión normotérmica, cuya creación hay que buscarla en el Reino Unido. “Aunque ese trasplante extremo se ha podido llevar a cabo, yo creo que la realidad es todavía más optimista porque en el futuro vamos a recuperar hígados no tan 'al límite' que actualmente no implantamos porque previamente nos han generado dudas. Con los nuevos dispositivos vamos a poder tratarlos, comprobar que han mejorado, e implantarlos. Y, por lo tanto, el éxito es mucho mayor que destinar su uso únicamente a casos superextremos como el suizo. Esas máquinas van a poder cambiar el panorama del trasplante en Europa”, remarca la especialista de la ONT.
¿Hasta 10 días de margen para poder conservar un órgano candidato a injerto?
Según los artífices el mencionado injerto hepático extremo, el éxito de su procedimiento abre nuevos horizontes en la investigación clínica y promete una ventana de tiempo hiperampliada -de hasta 10 días- para evaluar la viabilidad de los órganos de donantes. Según la Dra. De la Rosa, esos 10 días de margen “están basados en estudios hechos a partir de experimentación en animales. Si bien los autores del nuevo trabajo estiman que se podría mantener un órgano humano por espacio de 10 días en base a tales resultados, por ahora la comunidad internacional lo ha puesto todo un poco en cuarentena en el sentido de que falta todavía evidencia científica al respecto”.
Vale, pero… si se confirmaran los 10 días de ventana antes de proceder al trasplante, ¿se abriría un antes y un después en la transferencia de órganos en humanos? ¿se acabarían las prisas para hacer viable el injerto? ¿se salvarían muchas más vidas? “No necesitamos tener un margen tan amplio -contesta De la Rosa-. Ahora mismo, no tenemos la necesidad de tener un banco de órganos que permita esperar días y más días. Lo que nos interesa realmente es poder recuperar aquellos hígados u otro tipo de órganos que nos generan dudas y que no vamos a trasplantar. No tenemos necesidad de esperar tanto tiempo, salvo en casos muy extremos. Disponemos de un sistema organizativo y de una red de profesionales que están las 24 horas al día en situación de prealerta, y ese margen de 12 horas que tenemos actualmente -y que seguramente se irá ampliando- es tiempo suficiente para una adecuada organización y preparación de los recursos. Si disponemos de más tiempo para que se recupere el hígado, perfecto, pero siempre para que se recupere el hígado, porque el personal sanitario y el paciente ya estarán listos para el trasplante”.