Ángela Quintas / Redacción Farmacosalud.com
La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos) que residen en el cuerpo, que a su vez pueden diferenciarse en comensales, mutualistas y patógenos, mientras que el término microbioma hace referencia a todo el hábitat, incluidos los microorganismos, sus genes y las condiciones ambientales1. La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos residentes en el tubo digestivo2.
De acuerdo con Ángela Quintas, licenciada en Ciencias Químicas y coaching nutricional (máster en Dietética y Nutrición Humana), las alteraciones digestivas que están más relacionadas con una microbiota que no está sana “son, sobre todo, las que engloba el síndrome de intestino irritable (SII): hinchazón, gases, dolor punzante en la parte abdominal, diarrea, estreñimiento o alternancia de ambas. También la microbiota está muy relacionada con la cándida intestinal. A veces también con el estreñimiento, sobrecrecimiento bacteriano…”
El hándicap de la hiperpermeabilidad
Según Quintas, la influencia microbiótica intestinal no incide únicamente en afecciones digestivas, sino que también tiene repercusiones en otros órganos y sistemas del cuerpo: “cuando tenemos una disbiosis (alteración en la microbiota) junto con una hiperpermeabilidad, pueden aparecer otros síntomas como migraña, dolor en articulaciones, dermatitis atópica…”
Por ‘reparación digestiva’ se entiende la búsqueda de la mejora o remisión de los síntomas del paciente a través del uso de probióticos y prebióticos específicos según los síntomas, con el objetivo de equilibrar la microbiota. “Todo esto debe ir acompañado siempre de un cambio de alimentación y hábitos saludables”, señala la coaching nutricional.
Probióticos, prebióticos y sustancias que fortalecen la barrera intestinal
Así pues, existen varios recursos terapéuticos que pueden formar parte de un plan de reparación digestiva. “Lo primero” que hay que hacer es implantar las pautas alimentarias adecuadas para cada caso, y, si éstas no fueran suficientes, se recurrirá al “uso de probióticos, prebióticos y sustancias que fortalezcan nuestra barrera intestinal (L-glutamina, n-butirato, zinc, omega-3…) con el fin de mantener ese equilibrio”, subraya.
Cada una de las personas tiene una microbiota intestinal propia y única, no hay dos iguales, como si cada individuo llevara consigo una especie de código de barras3. Para Quintas, podría decirse que esta individualización microbiótica complica la ‘reparación digestiva’, razón por la que “debemos dedicar tiempo a escuchar al paciente y entender sus síntomas. Además, debemos saber que no todos los probióticos sirven para todo, sino que debemos saber usarlos según las cepas probióticas que contengan y observar cómo responde el paciente ante este tratamiento. Por tanto, la comunicación paciente-profesional es indispensable”.
Yogurt, kéfir y té kombucha para mantener la eubiosis
En el momento previo al nacimiento, el intestino es estéril y se coloniza por completo durante el primer año de vida. El tipo de parto y la lactancia materna desempeñan un papel significativo en la estabilización de la microbiota. La microbiota se modifica con la edad, los hábitos dietéticos y los factores ambientales, entre los cuales cabe destacar la antibioticoterapia4.
Los recursos dietéticos de los que se dispone para proceder a la reparación digestiva deben ser aplicados en función de la sintomatología y la patología de cada sujeto. “Habrá unas pautas dietéticas diferentes si el paciente padece cándida intestinal o si tiene disbiosis, por ejemplo -comenta Quintas-. Lo más importante es que su aplicación sea personalizada y adaptada a dicha persona".
"Cuando tenemos nuestro intestino en eubiosis (equilibrio de nuestras bacterias), existen alimentos funcionales como el yogurt, kéfir o té kombucha que nos pueden ayudar a mantener esta estabilidad”, concluye la experta.
Referencias
1. Del Campo-Moreno R, Alarcón-Cavero T, D’Auria G, Delgado-Palacio S, Ferrer-Martínez M. Microbiota en la salud humana: técnicas de caracterización y transferencia. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2018;36(4):241–245.
2. Icaza-Chávez ME. Microbiota intestinal en la salud y la enfermedad. Rev Gastroenterol Mex. 2013;78(4):240-248.
3. Quintas Á. ¿Por qué me duele la tripa? Primera edición. Barcelona: Editorial Planeta; 2022.
4. Fontané L, Benaiges D, Goday A, Llauradó G, Pedro-Botet J. Influencia de la microbiota y de los probióticos en la obesidad. Clin Investig Arterioscler. 2018;30(6):271-279.