Redacción Farmacosalud.com
5 minutos. Dicho así, de entrada no parece que la expresión ‘5 minutos’ tenga demasiada transcendencia. Pero si se ahonda en lo que puede acontecer en 5 minutos, la cosa cambia. 5 minutos de placer son el paraíso, 5 minutos de dolor son el infierno. 5 minutos en una consulta de Atención Primaria no son ni el paraíso ni el infierno, sino el tiempo del que habitualmente dispone un facultativo para visitar a un paciente, según revela la doctora Juana Sánchez Jiménez. 5 minutos que para esta experta son, a todas luces, insuficientes: “Una de las limitaciones con las que sigue contando el médico de familia es el escaso tiempo del que dispone, habitualmente 5 minutos, lo que hace muy difícil explorar los aspectos biológicos de la enfermedad, la repercusión afectiva y emocional, o las repercusiones en el plano social y laboral que el dolor crónico provoca en los pacientes y sus familiares”. Según Sánchez Jiménez, en España “la fragmentación entre ámbitos asistenciales y la mejorable coordinación entre ellos dificultan la óptima atención a las personas con dolor crónico no oncológico (DCNO)”. La doctora, que es responsable del Grupo de Trabajo de Dolor de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), destaca asimismo que “la relación paciente-personal sanitario ha cambiado en los últimos años, y donde antes había una relación entre el médico y el enfermo casi paternalista, basada únicamente en la confianza, ahora, a un cierto nivel de confianza, se ha añadido por parte del paciente la exigencia de la información trasparente y contrastada, la cultura de la evaluación de resultados y el reclamo de la participación activa en las decisiones que afectan a su salud”. Y todo ello… ¿en 5 minutos?
-Tiempo atrás se comentaba que había poca formación específica en Atención Primaria (AP) para manejar las patologías marcadas por el dolor. ¿Cuál es la situación actual?
En el ámbito de AP el dolor es un problema muy prevalente, con importante repercusión en quienes lo padecen y en su calidad de vida. Las cifras que aportan distintos autores, sobre el dolor como motivo de consulta al médico de atención primaria, varían entre el 29% y el 49%.
En España, la atención al dolor está recogida entre los requisitos de los servicios comunes del Sistema Nacional de Salud (SNS), contemplándose entre sus técnicas, tecnologías o procedimientos comunes, aquellos que contribuyen de forma eficaz a la eliminación o disminución del dolor y el sufrimiento. En el 2012, se inició, en el marco de la estrategia de la cronicidad del SNS, como uno de sus objetivos, una estrategia para el abordaje y la atención a las personas con dolor, caracterizada por contar con todas las sociedades científicas (multidisciplinaridad) y CCAA, y cuyo objetivo es servir de marco para el desarrollo de planes; actualmente se encuentra finalizada, publicada en octubre de 2014 y disponible en: http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/abordajecronicidad.htm
Distintas CCAA como Andalucía, Cataluña, Extremadura y Galicia tienen planes integrales específicos para la atención a las personas con dolor, con diferente grado de implementación en cada una de ellas. El desarrollo de estos equipos para el abordaje del dolor no es uniforme ni generalizado en el SNS, con un desarrollo irregular en las distintas CCAA, aunque con una perspectiva de generalización. Los pacientes con dolor crónico (DC), a lo largo de su evolución, precisan de la atención de múltiples profesionales, lo que obliga a la coordinación entre diferentes niveles asistenciales y diferentes especialidades. Se han publicado informes que evalúan la calidad de la coordinación de la atención, enumerando las barreras y aportando soluciones para su mejora, en los que se afirma que la estructura más eficiente para la coordinación de la atención es un sistema con una sólida base de AP, en la que el médico de familia en colaboración con el paciente, asumen conscientemente dicha responsabilidad.
La fragmentación entre ámbitos asistenciales y la mejorable coordinación entre ellos dificultan la óptima atención a las personas con dolor crónico no oncológico (DCNO). Mejorar la formación en dolor y el perfil de competencias de los profesionales implicados en el cuidado de los pacientes con dolor crónico y mantenerla permanentemente actualizada, se contempla como una prioridad en las recomendaciones de las estrategias de abordaje de la cronicidad de la mayoría de los Sistemas Sanitarios.
-¿Se dedica el tiempo suficiente en las consultas de AP para el abordaje de este tipo de patologías?
Una de las limitaciones con las que sigue contando el médico de familia es el escaso tiempo del que dispone, habitualmente 5 minutos, lo que hace muy difícil explorar los aspectos biológicos de la enfermedad, la repercusión afectiva y emocional, o las repercusiones en el plano social y laboral que el dolor crónico provoca en los pacientes y sus familiares; esta es una de las reivindicaciones más antiguas de los médicos de familia y que siguen sin resolverse.
-¿De qué manera inciden hoy en día las trabas burocráticas (recortes, etc.) en el manejo de las patologías de signo doloroso?
La falta de reposición, sustitución y el aumento asistencial hace que cada vez sea más difícil el abordaje no solo del dolor crónico, sino de todas las patologías crónicas.
-¿Qué tipo de dolor cuesta más de manejar en las consultas de AP?
-El dolor neuropático, por su complejidad.
-El dolor crónico osteomuscular cuando no se ha abordado correctamente y se han creado falsas expectativas de curación en el paciente.
-Los pacientes con múltiples alergias a fármacos.
-¿Cómo encaja el paciente de dolor crónico la estrategia terapéutica mixta (medidas farmacológicas y no farmacológicas)? ¿Le es más fácil tomarse la ‘pastilla’ que combinar esa ingesta con un cambio en el estilo de vida?
Si existe una adecuada relación terapéutica, el paciente encaja bien el tratamiento; como en todas las patologías crónicas, los cambios en los estilos de vida son los más efectivos pero los más difíciles de implementar, dependen de la voluntad del paciente y de su grado de compromiso con su enfermedad.
-Existe un amplio arsenal terapéutico para tratar el dolor. ¿Cuál debe ser el papel que debe jugar el paciente para lograr que ese abanico de posibilidades no caiga en saco roto?
La relación paciente-personal sanitario ha cambiado en los últimos años, y donde antes había una relación entre el médico y el enfermo casi paternalista, basada únicamente en la confianza, ahora, a un cierto nivel de confianza, se ha añadido por parte del paciente la exigencia de la información trasparente y contrastada, la cultura de la evaluación de resultados y el reclamo de la participación activa en las decisiones que afectan a su salud. El médico debe esforzarse para comunicar con lenguaje sencillo la realidad de la situación, presentar las opciones de forma objetiva y en base a la evidencia científica disponible. Esto no sólo desde la perspectiva individual, sino también desde la dinámica de las redes sociales, donde las opiniones y la información son compartidas con una enorme facilidad.
Los pacientes quieren saber más de su enfermedad y el enfoque en la atención dirigido hacia un paciente bien informado y bien formado aumenta la autoeficacia, es decir, la percepción sobre uno mismo acerca de su competencia para ejecutar una tarea determinada. Más que a la mera adquisición de conocimientos, la educación del paciente debe estar diseñada para promover la autogestión, es decir, tener la confianza para hacer frente en el día a día de la gestión de su dolor.
‘El paciente experto’:
-Cuida de su enfermedad (cómo tomar medicinas, hacer ejercicio, visitar a su médico, describir y comunicar sus síntomas clara y completamente, cambiar sus hábitos alimenticios, etc.)
-Lleva a cabo sus actividades normales (quehaceres del hogar, trabajo, actividades sociales y familiares, etc.)
-Maneja sus cambios emocionales (cambios de sentimientos que vienen de su enfermedad -como el enfado, incertidumbre acerca del futuro, cambios de expectativas, de metas, en ocasiones depresión- y cambios en las relaciones con sus familiares y amigos).