Redacción Farmacosalud.com
El nuevo presidente de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQCML), el Dr. Antonio Buño, teme que su especialidad padezca, si “no se pone remedio”, un “importante problema” de relevo generacional a corto-medio plazo. De hecho, actualmente más de un 20% de estos profesionales tienen más de 60 años de edad, y un 20% están en el intervalo de 50-60 años, de ahí que sea “absolutamente necesario que, en un plazo de entre 5 o 10 años, se produzca un recambio de entre un 25-30% de los profesionales”.
Buño, a su vez jefe de Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Universitario La Paz de Madrid, apuesta por la pedagogía para dar a conocer lo que es la Medicina de Laboratorio. Máxime cuando sospecha que “no pocos compañeros de otras disciplinas médicas no terminan de conocer realmente lo que se hace dentro de un laboratorio, qué ocurre con esas muestras que obtenemos del paciente y cuáles son los procesos que llevamos a cabo". El nuevo presidente de la SEQCML ve su especialidad como una “carrera de fondo” en la que no se esperan “enormes hitos puntuales”, pero sí avances paulatinos merced al uso y aprovechamiento de las nuevas herramientas tecnológicas que van surgiendo.
-Entre los objetivos prioritarios de la andadura de la nueva Junta de la SEQCML figura la fusión de las especialidades de Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica.
Esta fusión, que es un viejo anhelo, viene a recolocar la práctica diaria de los hospitales y laboratorios a nivel nacional. Hoy en día siguen siendo dos especialidades independientes -Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica-. Años atrás, en el extinto Real Decreto de troncalidad que finalmente no pudo ver la luz, iba incluida la fusión de ambas disciplinas. A nivel de las Comisiones Nacionales de aquel entonces se había llegado ya a un acuerdo y, sin que hubiera ningún conflicto, se puso en marcha una nueva Comisión Nacional de la especialidad fusionada. Pero con la derogación del Real Decreto volvimos a tener dos especialidades. Actualmente, en los hospitales es muy difícil distinguir qué es Análisis Clínicos y qué es Bioquímica Clínica, de modo que las plantillas, independientemente del tamaño del centro hospitalario -ya sean centros pequeños, medianos o grandes- están totalmente solapadas en muchos casos; los servicios se pueden llamar de Análisis Clínicos, se pueden llamar de Bioquímica Clínica, se pueden llamar de Diagnóstico Biomédico, de Medicina de Laboratorio… si bien pueden tener múltiples denominaciones, el caso es que somos especialistas que convivimos realizando tareas en las que resulta muy difícil distinguir dónde empieza una y dónde termina la otra.
Con la fusión, la formación de los nuevos especialistas no perpetuaría este problema a lo largo de las siguientes décadas. Luego también están las convocatorias de plazas, ya sean ofertas públicas de empleo de Comunidades Autónomas (CCAA), plazas de interinos… hoy por hoy, hay CCAA que las sacan de forma indistinta, y otras que las sacan de forma independiente y eso acaba generando agravios comparativos y unas inequidades que no son buenas para los profesionales, ni tampoco aportan absolutamente nada en pro del paciente.
Las Sociedades Científicas, y la SEQCML es una de ellas, llevamos luchando de forma insistente y consistente para intentar convencer al Ministerio de Sanidad -que es el organismo que tiene las competencias- de las cosas buenas que tendría la fusión y de la práctica inexistencia de cosas malas. No supondría ningún conflicto, entre otras razones porque no lo hubo cuando existió aquella Comisión Nacional fusionada, ni conllevaría un mayor desembolso o gasto. Tampoco los hospitales se tendrían que preparar de manera especial desde un punto de vista organizativo. Es decir, no viéndole ningún problema, sí que le vemos múltiples ventajas. Esperemos que en un futuro lo más inmediato posible podamos ver cumplido, por fin, bien de la mano de algún otro Real Decreto, o bien de forma independiente, el logro de tal objetivo.
-La nueva junta directiva también pretende seguir impulsando las colaboraciones ya establecidas con otras Sociedades Científicas de ámbito clínico. ¿De qué otras organizaciones científicas estaríamos hablando?
Como visión estratégica, desde la SEQCML llevamos ya años adoptando una clara línea de trabajo que pasa por la colaboración con distintas Sociedades Científicas de ámbito clínico, preferentemente. Así, hemos firmado numerosos acuerdos en los que damos amparo a la realización de documentos de consenso, colaboraciones comunes en congresos y convenios de trabajo conjunto. Y es nuestra intención seguir potenciando esta línea, a ser posible incorporando no solamente a organizaciones científicas de ámbito nacional, sino también Sociedades Científicas de ámbito europeo. Tenemos un número destacado de socios colaborando ya con estas organizaciones, básicamente relacionadas con la Medicina de Laboratorio, tanto a nivel europeo como a nivel internacional, y es nuestra intención seguir potenciando, favoreciendo y facilitando la incorporación de socios de distintas edades y experiencias, fomentando asimismo que los jóvenes científicos tengan acceso a este tipo de cooperaciones. Son acuerdos en cierto modo estratégicos, pero por otra parte también necesarios, ya que no es posible entender la SEQCML sin esa vertiente u orientación clínica, cuyo desarrollo aporta un evidente beneficio al paciente.
Ahora mismo estamos trabajando en la elaboración de un consenso sobre parámetros relacionados con las dislipemias, liderado por nosotros y en colaboración con otras 7 sociedades médicas que tratan enfermos aquejados de patologías vinculadas a factores de riesgo cardiovascular. En el pasado realizamos, junto a la Sociedad Española de Oncología Médica, documentos de consenso vinculados a marcadores tumorales de cáncer de mama; hicimos trabajos de consenso con las Sociedades de Nefrología, Hematología… tenemos más ideas en mente, pero ahora mismo el proyecto que ya se está gestando es el que gira en torno a las dislipemias.
-¿Qué tal anda la previsión de recambio generacional en la Medicina de Laboratorio? Lo decimos porque hay especialidades médicas en las que se teme por el futuro del relevo profesional…
La verdad es que podríamos tener un importante problema en ese sentido si, en un relativo corto-medio plazo, no se pone remedio a este tema. A finales del pasado año presentamos, en nuestro Congreso Nacional, el primer Libro Blanco de la especialidad, en el que abordábamos, entre otros temas, el reparto por CCAA y por edades de los distintos especialistas. Pudimos evidenciar que, a nivel nacional, hasta más de un 20% de los profesionales de las disciplinas de Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica tienen más de 60 años, y que un 20% están en el intervalo de 50-60 años. Si lo repartimos por CCAA, hay alguna en la que incluso cerca de la mitad de la plantilla tiene más de 60 años. Así pues, va a ser absolutamente necesario que, en un plazo de entre 5 o 10 años, se produzca un recambio de entre un 25-30% de los profesionales. Es algo que debe tenerse en cuenta a la hora de realizar la previsión y provisión de las plazas de residentes para ambas especialidades.
-Otro reto pasa por seguir progresando en lo que es la transformación digital y el análisis avanzado de datos… ¿su sector está cada vez más monopolizado -en el buen sentido de la palabra- por la denominada Inteligencia Artificial (IA)?
Sin duda. Casi más que monopolizado, yo diría que colonizado… también en el buen sentido de la palabra. Debemos tener en cuenta que, si bien no en número de bytes (posiblemente eso sean los servicios de imagen), pero sí en volumen de datos, los laboratorios somos los mayores proveedores de información en cualquier sistema sanitario. Llevamos muchos años, décadas diría yo, utilizando sistemas de información sin los cuales no es posible entender el funcionamiento de un laboratorio clínico. Ello comporta que tengamos la cultura del manejo de datos, obtención de estadísticas de actividad, codificación de pruebas… cierta jerga que, desde mi humilde prisma, es fundamental para sentar las bases de la puesta en marcha de las herramientas de análisis avanzado de datos (Big Data, Inteligencia Artificial…)
También tenemos claro que, actuando de forma autónoma, decidiéndolo todo desde el laboratorio, no vamos a ir muy lejos. No pueden llevarse a cabo todas estas actividades sin ir de la mano de nuestros compañeros clínicos de otras disciplinas. No podemos manejar los datos de laboratorio de forma aislada, por ejemplo, con respecto a los datos de consumo de fármacos; no podemos utilizar esa información sin combinarla con la información clínica, demográfica o de pronóstico de los pacientes. En definitiva, lo que deberíamos intentar es usar todo ese potencial para que dichos recursos nos ayuden cada vez más en la toma de decisiones dentro y fuera del laboratorio.
No obstante, hay muy poca formación e información sobre cómo utilizar la evolución de esos datos. A mí me pueden comparar mis resultados de hoy con los de la población a la que me parezco, pero quizás tenga mucho más sentido comparar mis resultados con los míos obtenidos previamente en el tiempo. La interpretación de la evolución de mis resultados, por muy normales que éstos sean, muchas veces predice patología y anticipa pronóstico. Dependemos de los sistemas de información y de todo este tipo de herramientas avanzadas que, afortunadamente, cada vez vamos teniendo más cerca. Los profesionales tenemos el reto de formarnos para poder aplicar, en beneficio del paciente, todo ese potencial que tienen los datos de laboratorio.
-¿Cómo ve el público en general la Medicina de Laboratorio? ¿Siguen teniendo como imagen de referencia a un/a señor/a con bata blanca que realiza análisis de sangre y orina y que experimenta con ratones (en el caso de los modelos murinos, por asociación popular al término ‘laboratorio’)?
Bueno, en relación al experimento con ratones, espero que no se nos vea así, puesto que nuestra especialidad, aunque vinculada al laboratorio, se centra en el trabajo desarrollado en los laboratorios clínicos, no en los laboratorios de investigación básica, con los que por supuesto compartimos terreno y, en ocasiones, podemos trabajar de la mano. Yo creo que somos una especialidad -y de nuevo lanzo una opinión personal expresada con toda humildad- relativamente transparente a ojos del paciente.
Es verdad que no tenemos un contacto directo con los usuarios, más allá del momento de la toma de muestras (extracción de sangre, por ejemplo), momentos en general caracterizados por su corta duración. Lo normal es que lo siguiente que sepa el paciente del laboratorio le remita hasta la revisión de sus resultados en la pertinente visita al médico, quien le interpretará las pruebas y directamente tomará decisiones terapéuticas, o bien decisiones clínicas. Cabe destacar que una gran mayoría -dos tercios 60-70 o más%- de las decisiones clínicas están basadas en información de laboratorio.
Para el gran público, para la población en general, somos relativamente transparentes. Incluso me atrevería a decir que no pocos compañeros de otras disciplinas médicas no terminan de conocer realmente lo que se hace dentro de un laboratorio, qué ocurre con esas muestras que obtenemos del paciente y cuáles son los procesos que llevamos a cabo. Si tuviéramos que encontrar algún culpable de esa situación -y ‘culpable’ no es una palabra que me guste particularmente- sin duda lo encontraríamos más cerca de nuestra especialidad que cerca de las otras. En otras palabras, tenemos que ser nosotros los que salgamos de las paredes de nuestros centros de trabajo, los que sepamos poner en valor el conocimiento que podemos aportar.
También queremos ayudar a la población general a entender este mensaje, es decir, se trata de que el paciente sepa qué es lo que ocurre dentro de nuestras instalaciones… a veces alguna persona, empujada por la curiosidad, nos ha preguntado por el destino último de su muestra de sangre: ‘¿qué hacen ustedes con mi sangre una vez analizada?’ Son pequeños o no tan pequeños detalles que nos deben hacer reflexionar sobre qué podemos hacer para ser un poco más permeables, para ayudar a difundir qué es lo que se hace en un laboratorio, y por qué es importante hacer las cosas de una forma y no de otra.
Con la pandemia hemos tenido una excelente ocasión de ver que no es lo mismo hacer las cosas de una forma que de otra, que no es lo mismo utilizar unos métodos que otros, y eso lo podemos extender a multitud de disciplinas de laboratorio. El tema de la calidad analítica, de por qué somos tan obsesivos en los laboratorios con la detección de errores y con la calidad de los resultados que emitimos, es algo inherente a nuestro trabajo y que redunda en beneficio del paciente. Es algo muy trascendente, en parte por el volumen de información y de muestras que manejamos… nosotros no tenemos una consulta con 20-30-40 pacientes con médico, sino que manejamos centenares y miles y a veces decenas de miles de muestras.
Creo que es bueno que los ciudadanos y nuestros compañeros de otras especialidades nos conozcan. Comprendo que se nos vea como profesionales con bata blanca que trabajan con muestras de sangre, de orina, distintos especímenes*, etc., pero también tenemos que procurar que se entienda que, además de eso, tenemos una labor de consultoría antes de la toma de las muestras -antes incluso de que se soliciten las pruebas- tanto para ayudar en la decisión sobre qué pruebas deben practicarse o no practicarse, como también para proceder a la interpretación de los resultados.
* especímenes: muestras biológicas
-Por cierto, aprovechando lo que usted ha comentado, y encomendándonos a la más estricta curiosidad, igual que los usuarios…. ¿qué se hace con la sangre una vez analizada?
Pues la destruimos. Es material biológico e, independientemente de que pueda estar contaminado o no, siempre se considera material biológicamente contagioso, por lo que son muestras que se tienen que destruir. En la inmensa mayoría de los casos por incineración, si bien pueden existir otros métodos. Es una actividad altamente controlada, destinada a minimizar la contaminación medioambiental. En los laboratorios se puede llegar a eliminar del orden de decenas de toneladas al año de orina, sangre u otros especímenes. Dentro de los hospitales somos una de las áreas de mayor generación de residuos biológicos.
-Volviendo a la pandemia… ¿cómo encara su junta lo que parece ser, definitivamente, la fase de post-pandemia del COVID-19?
Al comienzo de la crisis sanitaria, sobre todo en los primeros 4-5 meses, vimos una enorme eclosión de los test. Hasta entonces, la gente no sabía lo que era una PCR, mientras que hoy en día es difícil que alguien no lo sepa o bien no haya oído nunca hablar de una PCR, test de antígenos, de anticuerpos… es jerga que se ha incorporado al lenguaje de la calle. Hubo una enorme eclosión en el número y tipos de test: de antígenos, de anticuerpos, test rápidos, no rápidos… y se evidenció que no daba igual hacer las cosas de una forma u otra; somos muy dependientes de la tecnología y hemos visto que la tecnología mal aplicada, posiblemente por la rapidez con la que se desarrolló o por otros motivos, se convierte en una herramienta que no solamente ya no es útil para el paciente, sino que incluso puede llegar a ser perjudicial.
Desde los laboratorios tenemos que asegurar la calidad de los resultados, tenemos que ser garantes de la validez de esas pruebas desde un punto de vista analítico y de validación clínica, para estar seguros de que los test y los métodos de medida que estamos aplicando son correctos y que cuando decimos ‘positivo’, las probabilidades de que sea positivo sean realmente altas, y que tengamos además una adecuada sensibilidad y una especificidad. Y ahí los profesionales de laboratorio, en todas sus disciplinas -Microbiología en este caso con mayor preponderancia-, creo que hemos sido determinantes. Cuando uno confía en un resultado de laboratorio tiene que tener la garantía -que nunca será del 100% porque es técnicamente imposible- de que el resultado tiene una calidad suficientemente elevada como para que sea clínicamente útil.
En cuanto a la post-pandemia, pues esperamos que, definitivamente, la parte aguda de la crisis haya pasado y estemos llegando a su fin, de tal modo que la pandemia se acabe convirtiendo en una endemia. Lo que sí vamos a ver es la evolución de las secuelas que afectan a algunos pacientes. Cada vez se conoce más y cada vez se publica más sobre todo ello, pero también estoy convencido de que, cuanto más sabemos, más sabemos lo que no sabemos. Aún queda mucho por descubrir. No sabemos qué ocurre con esas secuelas al cabo de 3 o 4 años porque todavía no ha transcurrido el tiempo necesario para poder determinarlo. Por ejemplo, hay pacientes con síndrome post-COVID o Long-COVID que mejoran pero que luego vuelven a empeorar, y otros en los que eso no ocurre. En fin, que aún queda mucho por saber.
Desde el punto de vista de la Medicina de Laboratorio, creemos que aún están por definir los biomarcadores que pueden ser más útiles, y exactamente cómo tienen que usarse, para poder predecir o diagnosticar de forma temprana posibles complicaciones o contribuir en el manejo de las secuelas de estos enfermos. Creemos que podemos ser optimistas o razonablemente optimistas -es muy difícil utilizar esta palabra en una pandemia- en lo podría ser el final de esta crisis sanitaria en la fase pandémica. Esperemos no tener más sorpresas con nuevas variantes que impacten de una forma notable, como nos ha pasado en las distintas 6 olas de COVID-19 que hemos padecido. Queremos, asimismo, poder colaborar en el abordaje médico del paciente con síndrome post-COVID, cuyos síntomas pueden observarse en múltiples niveles (neurológico, respiratorio, renal, cardiológico, cardiovascular…)
-¿Qué investigaciones o procedimientos son, ahora mismo, los más prometedores en el ámbito de la Medicina de Laboratorio? ¿Podría darnos alguna pista?
Yo, la Medicina de Laboratorio la asimilaría más bien a una carrera de fondo. O sea, aunque no espero que haya un hito tremendo dentro de poco tiempo, lo que sí tenemos es una mejora continua basada en la tecnología sanitaria. Hay que ir incorporándola a los laboratorios -como ya venimos haciendo desde hace mucho tiempo- y hacer lo mismo con las nuevas metodologías (estudios ómicos, proteómicos, metabolómicos, genómicos, etc.). Debemos ir introduciendo aquella tecnología que ya lleva muchos años -incluso décadas- disponible, pero que no termina de aterrizar en los laboratorios, al menos clínicos, aunque sí en otro tipo de centros (de investigación, de empresas farmacéuticas, etc.)
Los laboratorios clínicos deben adaptar, poco a poco, las nuevas herramientas tecnológicas en curso. Cuando lo hayan hecho, posiblemente estarán en condiciones de medir moléculas que ahora mismo no somos capaces de medir, o trabajar por paneles de moléculas en vez de molécula o molécula, que es lo que solemos hacer en la actualidad. Pienso por ejemplo en lo que sería, en vez de medir hormonas de una en una, tener la posibilidad de hacerlo por paneles de hormonas, lo que, sin duda, abriría un cierto horizonte novedoso a la hora de solicitar pruebas, y especialmente a la hora de interpretarlas.
Tenemos que ser capaces de utilizar correctamente la información derivada de los análisis de datos, la IA… De hecho, un buen algoritmo predictivo puede ser mucho más potente de cara al paciente que un biomarcador en solitario. La utilización de pruebas de laboratorio en combinación con una serie de datos (de evolución clínica, información terapéutica, datos demográficos, etc.) será uno de los motores que nos ayude a impulsar el valor de la Medicina de Laboratorio. Mientras tanto, irán apareciendo nuevos biomarcadores que nos ayudarán a mejorar los diagnósticos; en este ámbito, siempre me viene a la cabeza el ejemplo de la puesta en marcha de la medición de la troponina cardíaca en el marco del abordaje de pacientes con síndrome coronario agudo, hallazgo que contribuyó a redefinir el infarto agudo de miocardio.
En resumen, como decía, se trata de una carrera de fondo, una carrera continua en la que no hay enormes hitos puntuales de un año para otro. Con todo, sí que es verdad que cuando miramos lo que ocurre ahora y lo que ocurría hace 5 años, vemos claros avances. Deberemos ser capaces de visualizar los mismos de cara a los próximos 5 o 10 años.