Redacción Farmacosalud.com
Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se conmemora el 13 de enero, Lundbeck pone en marcha la campaña ‘Red Flags de la Depresión’ con el objetivo de contribuir a mejorar el conocimiento de esta enfermedad para favorecer así su comprensión y reducir el estigma social que todavía pesa sobre ella. La iniciativa -que puede seguirse en las redes sociales de la compañía (Twitter y LinkedIn) y en las del perfil Rethink Depression en Facebook y Twitter-, pone el acento en aquellos comportamientos y comentarios tóxicos o irrespetuosos -lo que en redes se ha denominado ‘red flags’ o banderas rojas-, en este caso sobre la depresión.
Si la última Encuesta de Salud de 2017 establecía que los trastornos depresivos afectaban a casi el 7% de la población, ahora esta cifra se sitúa cerca del 20%, debido a la crisis producida por el COVID-19, según los expertos. La depresión representa, además, una de las principales causas de discapacidad en adultos y adolescentes en todo el mundo, según la OMS (Organización Mundial de la Salud). Estas banderas rojas se materializan en falsas creencias, mitos e ideas preconcebidas acerca de la enfermedad que distan de la realidad, fruto del desconocimiento que todavía existe en torno a la patología depresiva, banalizándola y perpetuando, de este modo, el estigma social y el auto-estigma de quienes la padecen. Algunas de ellas: pensar que la depresión es solo tristeza, que se debe a la debilidad personal, o que solo depende de uno mismo.
La campaña propone, además, convertir esas ‘red flags’ en ‘green flags’ o banderas verdes, es decir, en mensajes veraces que puedan servir de apoyo a todas las personas que viven con este trastorno mental, brindándoles comprensión, escucha activa, empatía y acompañamiento, al tiempo que puede ser una herramienta de ayuda para las familias y entorno. Y anima, también, a los usuarios a compartir las ‘red flags’ que han escuchado o vivido sobre la depresión.
Para la Dra. Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidenta de la Sección de Neurociencia Clínica de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, además de activa profesional en redes sociales, “las enfermedades de salud mental, en general, y la depresión, en particular, son trastornos complejos que requieren de un abordaje multidisciplinar. La sociedad necesita aprender a distinguir lo que es un trastorno como la depresión de un estado emocional de tristeza normal”. En cuanto al papel positivo que pueden jugar las redes sociales en la divulgación y mejor conocimiento de la salud mental, la psiquiatra considera que “pueden ser un aliado para difundir información rigurosa y llegar a la gente de forma rápida, captando su atención y con mensajes potentes que es difícil transmitir de otra manera. La población recurre a las redes, también para buscar información sobre salud mental, y esto es una oportunidad que los profesionales no debemos desaprovechar”. Depresión y tristeza no son lo mismo. Incluso hay depresiones que cursan sin ella. La depresión es una afección con síntomas afectivos, cognitivos y físicos. Una enfermedad, no debilidad personal ni culpa de nadie.
La mejora de la ratio paciente/enfermera, aspecto clave
Los efectos secundarios de la pandemia empiezan a ser cada vez más evidentes. Las jornadas maratonianas de trabajo, la carga asistencial, la incertidumbre y el impacto emocional derivado de la cantidad de pacientes que colapsan hospitales y centros de Atención Primaria a causa del COVID-19 han pasado factura a la salud mental de los profesionales sanitarios de primera línea. El 68% de las enfermeras presenta distintos tipos de niveles de ansiedad y depresión, apareciendo también trastornos del sueño como el insomnio en un 38%, algo que está generando un alto porcentaje de bajas y poniendo en jaque a todo el Sistema Nacional de Salud.
“Las enfermeras llevan mucho tiempo viviendo en una situación de precariedad laboral, con escasez de personal y contratos temporales que a veces sólo duran unos días y, si a todo esto, le sumamos el cansancio, la desesperanza y el estrés propio de la pandemia, unido al aumento de las agresiones al personal de Enfermería, el colectivo ha llegado claramente a su límite”, explica Pedro Soriano, enfermero de la Comunidad de Madrid y experto en comunicación del paciente digital, más conocido como Enfermero en Red por las redes sociales. Y es que, la clave para la mejora de la salud mental de este colectivo radicaría, entre otras cosas, en la mejora de las ratios de enfermeras y pacientes, ya que actualmente nos encontramos en 5 enfermeras por cada 1.000 habitantes, mientras que la ratio media en la UE (Unión Europea) es de casi 9 enfermeras por cada 1.000 habitantes.
Soriano aboga también por “mejorar los circuitos de comunicación con nuestros gestores, a pesar de la brecha generacional, para elaborar protocolos seguros de atención a nuestros pacientes y obtener información fiable frente al COVID-19, y el reconocimiento de las especialidades con unas bolsas de contratación actualizadas y transparentes, que valoren nuestra experiencia, formación e investigación de manera justa”. Además -añade-, “no debemos dejar de lado la formación en habilidades de comunicación afectiva y efectiva tanto en las redes sociales como fuera de ellas, y por supuesto, formación en el cuidado emocional de las enfermeras”.
La formación sobre el COVID-19 en estos momentos es fundamental, actualizando la información según las nuevas variantes, reforzando las medidas de seguridad y garantizando las necesidades básicas del personal. “Los enfermeros y enfermeras tenemos que sentirnos seguros y que nos aseguren un buen descanso y una alimentación adecuada”, concluye.