Redacción Farmacosalud.com
Según el Dr. Cristóbal Coronel Rodríguez, nuevo presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria de Atención Primaria (SEPEAP), la crisis sanitaria del COVID-19 ha causado serios perjuicios psicológicos a muchos menores de edad: “La afectación mental de nuestros niños y adolescentes, que pagaremos caro en un futuro, no ha sido uniforme ni en todas las poblaciones, ni colectivos, ni tampoco en las diferentes etapas de la pandemia. Yo le llamaría la ‘pandemia silenciosa de los niños’. Al principio, algunos niños recuperaron a los padres que trabajaban desde casa; otros aumentaron su adicción a las nuevas tecnologías, se afectó de forma significativa la educación y las relaciones sociales… Esta pregunta da para escribir un libro. El covidcentrismo que sufrimos ha hecho que no se tomen las medidas adecuadas de protección de la población infantil, habiéndose producido un aumento de los malos tratos infantiles y de la violencia doméstica, entre otras circunstancias”.
El nuevo presidente de SEPEAP lamenta que, en contextos de separación conyugal, los niños sean utilizados “como herramientas de enfrentamiento” y que, como consecuencia de ello, haya padres que se nieguen a vacunar a sus hijos frente al COVID-19. Por otro lado, el Dr. Coronel reivindica que, en Atención Primaria (AP), sean los pediatras quienes visiten siempre a los pacientes pediátricos, ya que hoy en día “más de un 25% de nuestros niños no son vistos por un pediatra, sino que son controlados por médicos de familia”, cuya “excelente labor” no debe hacer olvidar que cualquier menor tiene derecho “a ser atendido por un especialista en Pediatría”.
-Uno de sus objetivos como presidente de SEPEAP se centra en mejorar las condiciones laborales de los pediatras mediante mayores presupuestos en recursos humanos y medios materiales. ¿En qué estado se encuentra hoy en día la Pediatría de Atención Primaria (AP)? ¿Hay escasez de estos profesionales, existe una sobresaturación del servicio…?
Seguimos viviendo unos momentos difíciles en los que, por falta de previsión, más de un 25% de nuestros niños no son vistos por un pediatra, sino que son controlados por médicos de familia que, si bien hacen una excelente labor, reclamamos -desde nuestro punto de vista- el derecho del niño (y de su familia) a ser atendido por un especialista en Pediatría. La Atención Primaria debe ser reconocida a todos los efectos como el eje de nuestro sistema sanitario, y eso conlleva un incremento presupuestario, la dotación adecuada de recursos humanos para configurar las plantillas profesionales según la realidad sociodemográfica de la población a atender, y un aumento de la capacidad de realización de pruebas diagnósticas.
Los pediatras debemos liderar la toma de decisiones relacionadas con la organización y gestión de los recursos sanitarios, con la creación de estructuras de participación de los médicos en la gestión estratégica de la AP. No creo que sea verdad que no haya pediatras, sería mejor decir que no hay al precio que se quiere pagar por ellos (manteniéndose las mismas situaciones de paro y trabajo inestable y mal retribuido que sufríamos hace años). Esta escasez no se da en todas provincias por igual, y, por ejemplo, no sucede así con los contratos hospitalarios, o de ámbito privado, mucho más atractivos por todo lo dicho anteriormente.
El ejercicio de la Pediatría en Atención Primaria debe tener un entorno profesional y laboral atractivo.
-¿Debería haber más formación entre los pediatras de AP en relación a los menores transgénero? ¿La atención a estos niños y adolescentes es también una de sus prioridades como máximo representante de SEPEAP?
Es fundamental que tengamos una buena formación en ello, ya que una opción sexual distinta es un derecho humano fundamental. Por tanto, nuestra preocupación es que la atención a esas personas esté al mismo nivel que cualquier otro motivo de consulta. Debemos aprender a acompañar a la unidad familiar en estas circunstancias y a luchar contra la marginación que pueda existir en estas situaciones sociales, igual que las que pueda haber a nivel educativo y laboral. Y, a veces, no es fácil encontrar profesionales que les ayuden a afrontarlo.
-Su nombramiento ha tenido lugar durante el 35 Congreso de la SEPEAP, celebrado en A Coruña. ¿Qué contenidos de la reunión congresual destacaría?
Múltiples talleres que tenían como objetivo aumentar las habilidades y competencias del pediatra de AP. Como original, destacaría ‘Los perros como terapia en Pediatría. Evidencia científica, experiencia y resultados’. Algo totalmente novedoso. Y como demanda de medios para el pediatra, el taller de Test de Diagnóstico Rápido, que mejorará mucho la capacidad resolutiva de este primer nivel sin derivar a consultas hospitalarias. De las mesas redondas destacaría la ‘Psicopandemia de COVID-19 en la infancia’ y la conferencia magistral ‘El niño en la publicidad’ del publicista Miguel Condes.
-Hablando de la pandemia… se ha detectado un incremento de casos de ansiedad, depresión, comportamientos suicidas y trastornos alimentarios en menores a raíz de la crisis sanitaria del COVID-19, especialmente en familias vulnerables. ¿Pero, vamos a ver, no se decía que los niños se habían adaptado perfectamente al confinamiento y que habían dado una lección a muchos adultos por su capacidad de asimilación de nuevos hábitos?
Creo que nos hemos equivocado en el concepto de que hayan sido los que han aceptado las normas sin dudas ni quejas, ya que esa presunta aceptación no ha supuesto que la crisis sanitaria no les haya generado preocupación, ansiedad y miedos. Además, nos hemos ocupado de hacerles ver que son unos héroes, y ahora tienen miedo a defraudarnos si dicen que están asustados, y eso hace que no lo manifiesten de forma expresa o lo digan. De hecho, tienen interiorizado cierto grado de ansiedad que manifiestan mediante una sintomatología muy variada.
Por otro lado, los niños se han visto relegados a un nivel por detrás de las mascotas en sus derechos y eso nadie aún se lo ha planteado; incluso hubo momentos en los que se les llegó a autorizar sólo para ir a establecimientos, en teoría donde se concentraba la población, y por ello zonas con mayor potencial de contagio. Actualmente, los menores de 12 años son el único grupo de población que no está inmunizado y, por lo tanto, es el grupo más susceptible a contraer la COVID, aun cuando se sabe que el riesgo cero no existe.
La afectación mental de nuestros niños y adolescentes, que pagaremos caro en un futuro, no ha sido uniforme ni en todas las poblaciones, ni colectivos, ni tampoco en las diferentes etapas de la pandemia. Yo le llamaría la ‘pandemia silenciosa de los niños’. Al principio, algunos niños recuperaron a los padres que trabajaban desde casa; otros aumentaron su adicción a las nuevas tecnologías, se afectó de forma significativa la educación y las relaciones sociales… Esta pregunta da para escribir un libro. El covidcentrismo que sufrimos ha hecho que no se tomen las medidas adecuadas de protección de la población infantil, habiéndose producido un aumento de los malos tratos infantiles y de la violencia doméstica, entre otras circunstancias.
-Los pediatras recomiendan la vacunación de los menores de 12 años frente al coronavirus SARS-CoV-2. ¿Qué les diría usted a los padres que se niegan a vacunarse y que no quieren que se vacunen sus hijos menores de 12 años frente a este patógeno, el causante del COVID-19?
Eso que plantea es motivo de consulta diaria ya, sobre todo cuando los padres están separados y utilizan a los hijos como herramientas de enfrentamiento entre cónyuges, no siempre con conocimientos ni opinión sólida sobre esta inmunización.
Pensamos que la vacunación es un bien común, y se trataría de un acto de salud pública en la que todos tenemos que aportar nuestro grano de arena para vencer a la epidemia… por ello vivimos en sociedad. Los virus tienden a mutar al contagiar; siempre que exista una población susceptible, allí acudirán y se replicarán. Debemos conseguir la mayor inmunidad de grupo posible para acabar con esta lacra. Si la pregunta fuera vacunar población infantil o de adultos de otros países tendría claro lo segundo, pero esto afectaría a infraestructuras y poderes extranacionales. En esos casos (vacunar a adultos de otros países, donde rigen otras normas sanitarias), la simulación del buen samaritano -‘no me vacuno para que otros sí tengan la vacuna’- no es plausible.
También considero -ya que pregunta por vacunas y ahora que hay dinero para ellas- que, si de verdad queremos proteger a nuestros niños con vacunas bien testadas, con experiencia de años, efectivas y eficaces y con datos de la vida real, ¿por qué no se plantea incluir en el calendario sistemático la vacunación contra rotavirus, meningococo (en ambos sexos) y papiloma en varones? Exclusiones que cada vez se sostienen menos.
-¿Asistencialmente hablando, cómo encaran los pediatras de AP lo que parece empieza a ser la post-pandemia, una vez que se han alcanzado altas cotas de vacunación frente al COVID-19? ¿La presencialidad en la consulta volverá, o bien la teleasistencia seguirá en auge?
La consulta telemática ha venido para quedarse, pero más como otra herramienta a usar en determinadas situaciones, y por tanto no aplicada de forma general. Defendemos, queremos y apoyamos desde siempre la consulta presencial, pero con seguridad para nuestros niños y sus familias y, por supuesto, para los profesionales que les atienden (que también son humanos y no viven sólo de aplausos a las 8*). No podemos volver aún a la anterior situación, si no se trataría de una nueva normalidad con circuitos diferenciados, etc.
-A finales de la primavera pasada se detectaron casos de patologías respiratorias ‘fuera de temporada’ en niños, sobre todo de corta edad, como son bronquiolitis, laringitis, neumonías y procesos catarrales banales (enfermedades propias de otoño-invierno). ¿Qué pasará esta temporada de otoño-invierno, qué previsiones hay con respecto a estas afecciones?
No tengo ni idea de lo que sucederá. Me planteo dos hipotéticos futuros: el benigno, donde las medidas de aislamiento social, mascarillas, etc. hacen que los virus de transmisión respiratoria reduzcan su presencia (como en las dos últimas temporadas), o la peor e impredecible dentro de la ecología de los virus. Esta última es que afecte a una población mucho más susceptible, no sensibilizada en años previos por una baja tasa de cobertura vacunal, y por circulación de virus salvajes que hacen que su infestación provoque cuadros más graves y afecten a un gran contingente de personas. Por ello hemos visto en consulta un aumento de cuadro de bronquiolitis en verano, fuera de lo que era el perfil epidemiológico del virus respiratorio sincitial.
* La práctica de aplaudir a los profesionales sanitarios a las 20h, como se hizo durante el confinamiento para agradecer su trabajo