Redacción Farmacosalud.com
Que uno note que le pasa algo a su salud y que el médico le diga que no tiene nada es, en principio, algo bueno. Lo que ya es menos bueno es que, a pesar de la valoración médica de signo tranquilizador, se sigan notando los síntomas. Y lo que ya no tiene nada de bueno es que las molestias deriven en un cuadro de hipocondría (preocupación constante y angustiosa por la salud) por temor a que la ciencia sea incapaz de descubrir el origen del malestar.
Puede ocurrir con un cuadro de ansiedad. Existen unos síntomas (taquicardia, ahogo, visión borrosa, etc) vinculados a ella que, si bien provocan unas molestias en el paciente porque se registra una alteración física, no causan daños en los órganos implicados, con lo que el médico no detecta ninguna dolencia orgánica. El doctor José Carlos Baeza, doctor en Psicología y coordinador-director de la Clínica de la Ansiedad (Barcelona), lo ejemplifica comparando el caso de la visión borrosa con una cámara fotográfica mal usada: “Cuando el nivel de ansiedad es muy alto se produce la distensión de algunos músculos, entre ellos el que regula la entrada de luz en el ojo, que hace las veces del diafragma en una cámara fotográfica. Si tú das un golpecito al diafragma de la cámara fotográfica enfocará mal y va a salir una foto movida o borrosa. Llevas la cámara al mecánico y éste, tras mirarla de arriba abajo, te dirá que mecánicamente está bien. ¿Puede estar la cámara bien y hacer una foto mal? Pues sí: si yo desajusto la entrada de luz voy a desenfocar, pero efectivamente a la cámara no le pasa nada”.
En fin, que “muchos pacientes que tienen altos niveles de ansiedad llegan a desarrollar algunos temores de tipo hipocondríaco porque, a pesar de que padecen una serie de molestias, el médico les dice que no tienen nada, y como esos pacientes siguen encontrándose mal piensan que tienen una enfermedad que no ha sido detectada”, afirma Baeza.
-¿Cuándo se considera que una persona sufre ansiedad como trastorno propiamente dicho y requiere tratamiento?¿O sea, cómo se diferencia esa situación de otra en que alguien tiene ansiedad pero no necesita ser tratado (por ejemplo, tener ansiedad por algo en concreto en un momento dado o estar ansioso)?
Los criterios para establecer cuando la ansiedad es un problema son básicamente dos: a) si los síntomas derivados de la ansiedad causan un problema de salud que afecta al bienestar físico o psicológico b) si la ansiedad alcanza tales límites que resulta incapacitante, es decir, que interfiere de manera notable y sostenida en la vida o en las actividades que tiene que desarrollar la persona.
La ansiedad por sí misma, y dentro de unos límites, es un mecanismo que entra dentro de la normalidad, es un mecanismo universal que se da en todas las personas y que mejora el rendimiento y la adaptación al medio sin representar problemas importantes o destacables de bienestar o de salud. La ansiedad es un sistema de alerta del organismo ante situaciones consideradas amenazantes o ante situaciones en las que tenemos algo que ganar o que perder. Su función es la de movilizarnos de forma que podamos afrontar o sortear esas situaciones de la mejor manera posible: en algunos casos nos prepara para luchar, para hacer frente al problema, en otros casos para evitarlo, en algunos otros para buscar medidas adicionales de protección o de seguridad, y en otras ocasiones para tratar de encontrar posibles soluciones o bien dar vueltas a las cosas para ver cómo se pueden afrontar.
La ansiedad tiene una función adaptativa muy importante en relación con la preservación de la supervivencia y por ello, si se manifiesta dentro de unos límites, nos resultará favorable. Pero si sobrepasa determinados niveles de alerta o se produce una sobreactivación fisiológica o psicológica dará lugar a muchos problemas de salud e interferirá notablemente en el desarrollo de la vida normal de la persona. En ese caso se tiene que tratar.
-¿Teniendo en cuenta que somatizar es transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos de manera involuntaria, cómo suelen somatizar los pacientes su ansiedad?
Todos los síntomas de la ansiedad tienen una base fisiológica. Otra cosa es que lo que no existe sea la causa o supuesta causa que el paciente o a lo mejor el médico haya establecido mientras, en el caso del facultativo, se hace el diagnóstico diferencial. ¿A grandes rasgos, cuál es la fisiología de la ansiedad? Una buena parte de los síntomas físicos están relacionados con el sistema nervioso autónomo que regula las vísceras y la actividad muscular involuntaria. En lo que se refiere a la ansiedad y estrés, hemos heredado a nivel del sistema nervioso autónomo el antiguo patrón que tenían los individuos de nuestra especie ante situaciones amenazantes. ¿Frente a ese tipo de riesgos, cuáles eran las respuestas defensivas básicas? Pues había que luchar, huir o bloquearse. El sistema nervioso autónomo, que sería como el jefe de máquinas del organismo, lo que hacía ante esas situaciones de alerta era disponer los cambios físicos necesarios que hicieran posible la lucha, huida o parálisis.
Las tres acciones tienen un denominador común: necesitan una fuerza motora, un trabajo muscular muy alto. Si tengo que pelear tengo que hacerlo con la mayor potencia de la que sea capaz. Si tengo que huir, tres cuartos de lo mismo, y si tengo que bloquearme también. Un ejemplo de bloqueo: si yo voy hablando contigo por la acera y al querer cruzar la calle vemos que viene un coche que nos va a atropellar, tenemos que ser capaces de bloquear la acción que estaba en curso (caminar) y detenernos en un par de baldosas.
En la vida moderna -a nivel de fisiología y sistema nervioso autónomo- hemos heredado ese patrón de ansiedad. ¿Qué comporta? Pues que cuando estamos más nerviosos o la ansiedad es extrema el organismo se tensa desde el punto de vista fisiológico-muscular, lo que puede dar lugar a varios dolores: de cabeza, en las cervicales, contracturas, molestias digestivas… Vamos al médico experto en contracturas y, efectivamente, no encuentra ninguna lesión muscular; otro médico nos puede hacer un escáner y, desde el punto de vista anatómico o de detección de daños, vemos que a la cabeza tampoco le pasa nada. Pero, para el que sufre, el dolor es de verdad.
De hecho, si cogiéramos un electromiógrafo y lo pusiéramos sobre un paquete muscular de alguien con ansiedad veríamos que ese paquete muscular está desarrollando una actividad física -lo podemos medir por la actividad eléctrica que se genera- por encima de la que aparentemente corresponde para lo que se está haciendo. Así, esa persona a la que le duele la cabeza o que tiene muy tensa o contracturada la zona de las cervicales no se ha inventado el dolor y, además, encontraríamos con medidas que son totalmente objetivas como el electromiógrafo que hay una sobretensión del grupo de músculos que se está evaluando.
Para que los músculos desarrollen esa fuerza de trabajo tienen que recibir un mayor aporte energético y en un tiempo corto. Eso se conseguirá aumentado la tasa cardiaca para que la distribución de oxígeno y de nutrientes se produzca en las cantidades y con la urgencia que se necesita. Así que aumentará la tasa cardiaca, con lo que esa persona tendrá taquicardia. Otra cosa distinta es que ese sujeto vaya al cardiólogo para someterse a un electrocardiograma y le digan que el corazón está perfectamente bien. Ese paciente tampoco se ha inventado nada. Si objetivamente medimos la tasa cardiaca podremos ver que las cifras obtenidas no se corresponden con la actividad que está haciendo el paciente, que a lo mejor está sentado.
De igual modo, se producirá un mayor consumo de oxígeno porque si hay que producir más energía para mantener ese trabajo muscular, el consumo de oxígeno será mayor, por lo que se alterará la respiración y notaremos un poco la sensación de ahogo. Un neumólogo verá que todo está bien, que no hay ningún problema en los pulmones ni en el mecanismo respiratorio. Sin embargo, si midiésemos el consumo de oxígeno veríamos que la persona con ansiedad que ha acudido al neumólogo está teniendo un consumo de oxígeno más elevado. Ante esa situación, algunos de los sujetos -unos de forma espontánea y otros voluntariamente- hiperventilan. Y si hiperventilan se marearán y agravarán síntomas que ya tienen: tendrán hormigueo, visión borrosa… ¿Se han inventado el mareo? No. No obstante, no encontraremos ninguna alteración físico-mecánica en los órganos…
Esa persona que hiperventila (o no hiperventila pero el nivel de ansiedad es muy alto) se mareará y verá borroso. El oculista le dirá que el ojo está bien, pero ese paciente tampoco se ha inventado nada. Cuando el nivel de ansiedad es muy alto se produce la distensión de algunos músculos, entre ellos el que regula la entrada de luz en el ojo, que hace las veces del diafragma en una cámara fotográfica. Si tú das un golpecito al diafragma de la cámara fotográfica enfocará mal y va a salir una foto movida o borrosa. Llevas la cámara al mecánico y éste, tras mirarla de arriba abajo, te dirá que mecánicamente está bien. ¿Puede estar la cámara bien y hacer una foto mal? Pues sí: si yo desajusto la entrada de luz voy a desenfocar, pero efectivamente a la cámara no le pasa nada.
Mucha gente puede preguntarse: ‘¿cómo puede ser que el corazón y el ojo estén bien si yo tengo palpitaciones y veo borroso? Eso tiene una base fisiológica de tipo funcional. Muchos pacientes que tienen altos niveles de ansiedad llegan a desarrollar algunos temores de tipo hipocondríaco porque, a pesar de que padecen una serie de molestias, el médico les dice que no tienen nada, y como esos pacientes siguen encontrándose mal piensan que tienen una enfermedad que no ha sido detectada. La ansiedad, desde un punto de vista fisiológico, tiene una base y todos esos síntomas tienen una explicación fisiológica. Lo que pasa es que no suele haber una lesión o alteración del órgano, sino que el organismo se está preparando para una determinada función. Para cada actividad que hacemos se requiere una determinada fisiología: la actividad de dormir requiere una fisiología, correr requiere otra, las relaciones sexuales otra...
La ansiedad, como mecanismo de defensa, prepara para algún tipo de acción e impulsa unos cambios para esa acción. ¿Cuál es el problema? Que las dificultades, riesgos o amenazas que actualmente nosotros tenemos las más de las veces no se resuelven mediante acciones motoras: si yo tengo un examen, no se resuelve peleándome físicamente con nadie, ni corriendo alrededor de un libro, ni metiéndome debajo de una mesa para refugiarme. Lo aparentemente contradictorio es que nosotros conservamos ese patrón de lucha, huida o respuesta a nivel de sistema nervioso autónomo, con lo que dicho patrón se activará ante cualquier fuente de amenaza, si bien en la actualidad la mayoría de peligros o amenazas o fuentes de estrés que tenemos no se resuelven mediante acciones motoras. Pero el organismo se prepara como sí se tuvieran que producir esas acciones, con lo cual hay un problema añadido: el organismo se prepara para unas acciones que no se van a desencadenar porque no proceden, y eso a su vez añade nuevos síntomas o nueva psicosomática a la ansiedad.
-¿En líneas generales, qué trastornos comórbidos se asocian a la ansiedad?
Quizás los más frecuentes sean los problemas relacionados con el estado de ánimo. En concreto, los problemas más de tipo depresivo, que en muchas ocasiones aparecen de manera secundaria al propio problema de ansiedad. Tal y como hemos remarcado, en determinados extremos la ansiedad representa un problema de salud importante y produce muchos síntomas físicos: palpitaciones, taquicardia, ahogo, molestias digestivas, sensaciones de mareo, inestabilidad, visión borrosa, alteraciones del sueño, alteraciones del apetito o de la alimentación, interferencias en el rendimiento intelectual… todo ello al final termina por afectar al estado de ánimo, por lo que es frecuente ver a muchas personas en la consulta con cuadros originariamente de tipo ansioso que finalmente han derivado también a cuadros de tipo depresivo; en otros casos es al revés: originariamente una sintomatología de tipo depresivo cursa con síntomas de ansiedad elevada.
Otras veces puede aparecer comorbilidad con el consumo o abuso de determinadas sustancias. La ansiedad como síntoma, no como trastorno, aparece en casi todos los problemas psicológicos, incluso en muchos problemas fuera del ámbito psicológico. Como quien dice, puede estar en todo tipo de problemas. Por ejemplo, si tenemos un problema de tipo cardiovascular o uno de tipo digestivo, dentro de los síntomas seguro que estará también la ansiedad en la medida en que esas disfunciones cardiovasculares o digestivas nos están complicando o dificultando en otras esferas. Entonces, ahí habría que distinguir entre lo que es la ansiedad como síntoma, que prácticamente aparece en todos los problemas de tipo psicológico y en muchas otras situaciones, y lo que sería ya la ansiedad como problema o entidad específica.
-¿La población pediátrica puede sufrir un problema de ansiedad que merezca tratamiento?
Sí. Aunque clínicamente esos problemas no siempre se manifiestan de la misma manera que en los adultos, la ansiedad en la infancia como problema de tipo emocional es relativamente frecuente.
-Un adolescente puede enmascarar un síndrome ansioso en forma de conductas disruptivas, actitud oposicionista o un mal rendimiento académico y social. ¿Cómo se diferencia un trastorno de ansiedad de, por ejemplo, una actitud típicamente rebelde de la adolescencia-juventud?¿Es decir, cómo se llega a la conclusión de que estamos ante un tema médico-psicológico y cómo se establece que, sencillamente, se está ante una actitud generacional que no necesita terapia?
Con respecto a los adolescentes, en la práctica clínica normalmente no se presenta mucha dificultad a la hora de establecer el diagnóstico diferencial entre esas dos situaciones.
La ansiedad está relacionada fundamentalmente con la percepción de amenaza, riesgo, temor… La ansiedad es una relación-ecuación cuyo resultado depende de dos variables: 1) la valoración que hago sobre qué pasa, cómo me afecta, qué podría pasar y qué consecuencias tendría 2) qué recursos tengo yo y qué confianza tengo en esos recursos para hacer frente a esas situaciones. En la ansiedad la emoción básica que predomina es el miedo y, en relación con ese miedo, predomina la sensación de verse desbordado o sobrepasado en los propios recursos o no tener suficientes destrezas de afrontamiento ante una situación que por la razón que sea nos afecta de manera significativa y resulta desbordante. La ansiedad, por lo tanto, a lo que da lugar fundamentalmente es a conductas de evitación: evitación social, evitación de interacciones con familiares u otras personas, evitación de determinadas situaciones… En la ansiedad las conductas más manifiestas son, por un lado, las de evitación, y por otro las de búsqueda de protección o de seguridad.
Es verdad que, en algunos casos, la ansiedad produce también irritabilidad. Como la ansiedad no sólo nos prepara para huir o para buscar condiciones de seguridad o de protección, sino que en cierto modo también nos prepara para luchar o para combatir, es frecuente que en algunas personas predomine la irritabilidad. Ese es el único caso en que quizás se podría confundir con la rebeldía o conductas de oposición de los adolescentes. Las conductas de negativismo o de oposición en los adolescentes más bien tienen que ver con la necesidad de desarrollar su propia identidad. La forma más elemental de desarrollarla es decir ‘yo no soy tú’, ‘yo me distancio de ti, me separo de ti, me opongo a ti’. Entonces, la forma más básica y más elemental de empezar a desarrollar la identidad es oponerse, distinguirse, confrontarse. Evidentemente, en tal supuesto el sujeto trata de tener más autoridad para ser uno mismo, tener más espacio, para lo cual hay que combatir la autoridad de otros, a la par que unirse a los iguales. De hecho, existe una frase muy ilustrativa: ‘Los adolescentes dejan de serlo y alcanzan la madurez cuando hacen algo aunque coincida con la opinión de su padre’.
-La mujer presenta un riesgo dos veces mayor que el hombre de padecer problemas de ansiedad. ¿Por qué ocurre eso?
Aunque no hay estudios totalmente concluyentes sobre el porqué, se citan varios motivos: por un lado, en la mayoría de las sociedades las mujeres están en situaciones más desfavorecidas desde muchos puntos de vista, no sólo económicos sino también en términos sociales, de estatus, de reconocimiento personal, del tipo de tareas que hacen… En determinadas culturas, pongamos la nuestra, las mujeres tienen que hacer de amas de casa perfectamente, conciliar con el trabajo y, a veces, tener una mayor ocupación o dedicación respecto de los hijos, con lo que se pueden dar algunas situaciones más estresantes. Esto va cambiando, pero en algunos casos se mantienen unos elementos discriminatorios que dejan a la población femenina en condiciones menos favorables y con menos recursos para enfrentarse a situaciones más difíciles. Además, desde un punto de vista hormonal -a menudo relacionado con lo emocional y con el sistema nervioso- hay unos parámetros vinculados al ciclo menstrual, como la menopausia, que pueden explicar también en parte esas diferencias.
También es verdad que las mujeres reciben más abusos o agresiones en la infancia que los varones. Asimismo, habría otra posible causa que tiene que ver más con la herencia biológica, dado que una parte de la transmisión hereditaria se realiza o se efectúa a través de las mitocondrias, y esa transmisión hereditaria mitocondrial es por vía femenina.
-En el anciano, la ansiedad puede estar asociada a la pérdida de sus capacidades físicas, laborales o económicas. ¿Dado que se trata de una persona de edad avanzada, su entorno tiende a creer que ese individuo está ‘chocheando’?
Desde un punto de vista social, en algunos aspectos existe una progresiva exclusión o marginalización de la población anciana. A nivel individual, las personas de edad avanzada van perdiendo cierto estatus, cierto reconocimiento, ciertas relaciones sociales que a veces se daban a través del trabajo… tampoco se puede generalizar porque cada caso es cada caso, pero puede haber un deterioro físico y en ocasiones cognitivo.
Por otro lado, evidentemente los ancianos están cada vez más lejos de los usos y costumbres y pensamientos y lógicas socialmente imperantes. Desde esa perspectiva, a veces tienen una aproximación a las cosas distinta de la que en ese momento es convenida o convencional; desde el punto de vista de la salud, los individuos de edad avanzada pueden tener más achaques o más limitaciones, lo que en ocasiones desde una perspectiva psicológica también es difícil de asumir y da lugar a algunos problemillas de ansiedad o de estado de ánimo. A veces se mete todo ello en una especie de cajón de sastre, el conjunto se mezcla y el problema queda resumido con expresiones como la de ‘chochear’. Al fin y al cabo, son expresiones estereotipadas o vaguedades que tampoco hacen justicia a la complejidad de ese grupo de población, y menos todavía a la particularidad de cada uno de los individuos o de las personas de ese grupo.
-Ya existe una app para dispositivos móviles en la prevención del suicidio. ¿La ansiedad puede llegar a hacer necesario el uso de ese tipo de aplicación?
En todos los casos se tiene que valorar el riesgo de suicidio y, evidentemente, en las consultas psicológicas es lo primero que se hace. En la prevención del suicido se puede utilizar esta herramienta u otras que clásicamente se vienen usando. No obstante, en los trastornos de ansiedad la prevalencia del suicidio es pequeña. En otro tipo de trastornos, como los depresivos severos o depresivos con comorbilidad y problemas de tipo psicótico, el riesgo es mayor. Evidentemente, hay que evaluar caso por caso y en aquellos en que se aprecie que el riesgo existe se tienen que aplicar los protocolos que ya más o menos se han ido estableciendo.
-Ante una persona que sufre un cuadro ansioso: ¿Tratamiento farmacológico, no farmacológico, o tratamiento mixto?
Cada vez existe un mayor acuerdo en toda la comunidad sanitaria -tanto en médicos como en psicólogos- sobre el hecho de que en la mayoría de los casos el tratamiento básico de la ansiedad es el tratamiento psicológico. En concreto, el que ofrece unos mayores resultados y en un tiempo más corto es el tratamiento psicológico basado en técnicas cognitivo-conductuales. Eso no quiere decir que sea así para todo el mundo, ya que aquí estamos hablando a nivel general y de datos tratados estadísticamente, de manera que a algunas personas puede que les vaya mejor otro tipo de procedimientos.
En algunos casos se requiere apoyo farmacológico. Si la salud está muy deteriorada, si se tienen problemas muy importantes de sueño y de alimentación, o si se padecen molestias psicosomáticas relacionadas con la ansiedad que están en un punto muy álgido y que comportan situaciones de sufrimiento, pues evidentemente hay que tratar de reducir ese malestar. Entonces, con los fármacos se busca un alivio sintomatológico y la generación de unas mejores condiciones en las que poder aplicar los propios tratamientos psicológicos; también se trata de propiciar que la persona pueda aplicar mejor sus propios recursos, en tanto que si los pacientes se encuentran muy mal esos recursos están embargados.
Hay personas que siguen solamente un tratamiento farmacológico. Hoy en día, desde el punto de vista de los estudios y de los trabajos realizados, prácticamente el mayor acuerdo existente reside en el hecho de que los tratamientos básicos deben ser de tipo psicológico, aunque ciertamente existen casos que requieren algún apoyo farmacológico y por lo tanto en esos supuestos estaríamos hablando de tratamientos combinados. Los tratamientos farmacológicos ofrecen un alivio sintomatológico en un tiempo un poquito más corto; sin embargo, a medio plazo los tratamientos psicológicos consiguen resultados mayores que los farmacológicos y, sobre todo, resultados más estables a lo largo del tiempo. Pero no cabe duda de que la medicación es un recurso importante en el tratamiento de los problemas de ansiedad. En algunos casos, al menos en una fase inicial, es un recurso imprescindible. En la mayoría de equipos especializados en el tratamiento de los trastornos de ansiedad los psicólogos y los psiquiatras trabajan juntos en programas integrados y secuenciados convenientemente.