‘Ganarás el pan con el sudor de tu frente’. Una frase bíblica que recupera todo su esplendor a finales del mes de agosto, cuando para muchas personas llega el final de sus vacaciones de verano y el principio de su retorno al trabajo. “Es posible que las personas más comprometidas con su actividad laboral y que experimentan una satisfacción con su trabajo realmente sientan ‘ganas’ de comenzar de nuevo la rutina diaria”, comenta la doctora Mª Pilar Lusilla Palacios, especialista en Psiquiatría y facultativa miembro del Centro Bonanova (Barcelona). Pero volver a los quehaceres laborales a veces no es fácil… y no porque sea una cuestión de pereza, sino porque realmente existe el denominado síndrome postvacacional, tal y como explica la psiquiatra: “Es un trastorno de tipo adaptativo de intensidad variable en función de las circunstancias de la persona y caracterizado por el fracaso de los mecanismos de adaptación al cambio que supone la reincorporación a la rutina diaria”. Llegados a este punto, uno se pregunta si un ciudadano que está en paro y que vuelve a la rutina diaria tras las vacaciones también puede sufrir este trastorno, cuyos síntomas pueden ir desde la astenia (falta de fuerzas caracterizada por apatía y fatiga) hasta la irritabilidad pasando por el insomnio. A este respecto, la doctora Lusilla señala que los desocupados “tienen derecho” a hacer un paréntesis estival en su rutina de buscar trabajo, por lo que volver “a contactar con la realidad también puede afectarles”. Así pues, estas personas estarían potencialmente expuestas a sufrir una especie de síndrome postvacacional en el momento en que dan por finalizada su 'desconexión' veraniega y se disponen a retomar su búsqueda de empleo.
-¿De verdad existe el síndrome postvacacional, o bien se trata, simplemente, de pereza a la hora de volver a trabajar tras las vacaciones?
Existe, está tipificado y hay muchas personas que lo padecen. Es un trastorno de tipo adaptativo de intensidad variable en función de las circunstancias de la persona y caracterizado por el fracaso de los mecanismos de adaptación al cambio que supone la reincorporación a la rutina diaria.
-¿Cuál es el más leve de los síntomas que puede sufrir alguien que pase por dicho trastorno, y cuál es el más preocupante?
La intensidad del síndrome varía desde un leve nerviosismo con anticipación ansiosa ante la vuelta al trabajo, indecisión e inseguridad ante lo que nos espera y síntomas más severos que interfieren en la calidad de vida como astenia, falta de concentración, insomnio con somnolencia diurna, irritabilidad y desánimo.
-¿Por sexos, a quién afecta más el síndrome postvacacional?
No hay diferencia entre sexos, pudiendo presentar este síndrome tanto hombres como mujeres. También se ha descrito en niños, que experimentan estos síntomas con la vuelta al cole tras el largo paréntesis vacacional. La aparición del síndrome postvacacional depende, más que del sexo de la persona, de la personalidad del afectado, de su actitud ante el trabajo y de la existencia o no de circunstancias que pueden concurrir en el trabajo como el mobbing o bullying.
-¿Cuál es el remedio que permite superar este trastorno?
La prevención es la clave. En primer lugar, hacer vacaciones de verdad. Dar a nuestro cuerpo y nuestra mente la oportunidad real de descansar y desconectar. La sensación de agobio por la vuelta es más intensa cuando no se ha disfrutado, bien porque hemos elegido un programa demasiado apretado o bien porque el tipo de vacaciones escogido no ha sido conforme a nuestros gustos o necesidades. En segundo lugar, es esencial volver de vacaciones con tiempo, como mínimo un par de días para facilitar la adaptación a la rutina y poner en orden nuestra agenda antes de incorporarnos a nuestro trabajo; intentar mantener el ‘espíritu vacacional’ desarrollando alguna actividad de ocio compatible con el horario laboral; cuidar nuestra alimentación y practicar un poco de ejercicio suave como caminar, evitar trasnochar, y darnos un tiempo para volver a coger el ritmo: ¡Ni siquiera a los coches de alta gama se les pide una aceleración de 0 a 100 en tres segundos! Por último, una actitud positiva y realista nos ayudará a realizar la transición vacaciones-trabajo de forma más adecuada.
-¿No llegar a adaptarse a la rutina laboral -o tardar en hacerlo- tras las vacaciones puede llegar a causar una depresión?
No, pero es posible que una persona con depresión previa y en la que las vacaciones actuaron como un bálsamo para la misma pueda reexperimentar un bajón anímico. En este caso, las estrategias preventivas cobran más importancia.
-Suponemos que el síndrome postvacacional puede agravarse muchísimo en el caso de aquellos trabajadores que sufren acoso laboral (mobbing)…
Evidentemente. La vuelta a la rutina diaria es mucho más difícil en aquellas personas víctimas de mobbing (acoso laboral) o bullying (acoso escolar). En este caso, el miedo real a seguir sufriendo acoso se suma al miedo imaginario de las posibles catástrofes que nos aguardan. Aquí los síntomas pueden llegar a ser incapacitantes: angustia vital, insomnio marcado, aprensión, fatigabilidad, llanto fácil y tristeza.
-Tal y como usted ya ha apuntado, los niños también pueden sufrir síndrome postvacacional cuando vuelven al colegio. Por supuesto, la cosa se agrava si el menor sufre, por ejemplo, acoso de algunos compañeros (bullying) ¿Cómo se puede saber si el niño no desea volver a clase por temor a sus acosadores y diferenciar esta situación de una simple apatía a la hora de retomar las clases?
Los síntomas en el acoso escolar son más intensos, duraderos e inmodificables con el razonamiento lógico. El niño puede experimentar síntomas depresivos y postraumáticos con pesadillas recurrentes sobre situaciones de acoso previamente vividas, así como pérdida marcada de apetito y de las ganas de jugar, vehementes negativas a volver al colegio y a veces síntomas físicos como astenia, cefaleas o náuseas y vómitos.
-La conexión permanente a internet, el uso del móvil y la navegación por las redes sociales puede facilitar no ‘desconectarse’ del trabajo durante las vacaciones. ¿Eso puede influir de algún modo en la aparición del síndrome postvacacional cuando se vuelve ‘físicamente’ al entorno laboral?
Depende de la persona y de los motivos por los que se usan las nuevas tecnologías. Si éstas son utilizadas para resolver temas laborales la desconexión será difícil, ya que la persona sufrirá ‘intromisiones laborales’ que pueden arruinar contextos lúdicos. En cambio, si las nuevas tecnologías son usadas como ocio, para compartir experiencias gratificantes con amigos o familia que están lejos, no tienen por qué ser un problema.
-El síndrome postvacacional afecta a aquellos que vuelven al trabajo tras un descanso, pero… ¿cómo repercute este debate en aquellas personas que están en paro?
Incluso las personas que están en paro tienen el derecho y la oportunidad de disfrutar de un paréntesis estival de desconexión en su rutina diaria como por ejemplo puede ser buscar trabajo. La vuelta por tanto a contactar con la realidad también puede afectarles.
-Por cierto… ¿puede existir el caso de personas que estén eufóricas por volver al trabajo tras unas vacaciones?¿El retorno a la actividad laboral tiene que implicar necesariamente un sentimiento negativo?
El trabajo puede ser una fuente de estrés pero también una fuente de satisfacción. Hay muchas personas que disfrutan con su trabajo, lo que es una gran suerte para ellas. Todos deberíamos sentirnos orgullosos de sentirnos útiles y productivos independientemente de la naturaleza del trabajo que realicemos, ya que es una oportunidad para aprender, para desarrollarse como persona y para enriquecerse con el contacto social que el ambiente laboral proporciona. En este sentido, es posible que las personas más comprometidas con su actividad laboral y que experimentan una satisfacción con su trabajo realmente sientan ‘ganas’ de comenzar de nuevo la rutina diaria.