Redacción Farmacosalud.com
¿Todo lo barato acaba resultando caro? Un estudio calcula que un total de 17.756 fumadores españoles con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) dejarían de fumar si los tratamientos del tabaquismo en estos pacientes fueran financiados por el Sistema Nacional de Salud, ha informado la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). En el escenario actual, es decir sin financiación, sólo dejan de fumar alrededor de 1.303 pacientes. Según la SEPAR, sufragar los tratamientos para abandonar el consumo de tabaco supondría un importante ahorro en el presupuesto sanitario español. Y es que las cuestiones de bolsillo influyen mucho en el ámbito de la EPOC. Tanto es así, que incluso las modestas cifras de deshabituación tabáquica (1.303 pacientes) registradas en España podrían obedecer a dos motivos de índole monetaria: que el tratamiento para el tabaquismo no esté financiado por Sanidad y que esta enfermedad respiratoria tenga más incidencia en sectores económicamente menos favorecidos. “Sabemos dos cosas: primero, la EPOC afecta más a las rentas bajas que a las rentas altas. Y segundo: el consumo de tabaco es más intenso en rentas bajas que en rentas altas”, asegura a www.farmacosalud.com el doctor Carlos A. Jiménez Ruiz.
En otras palabras, que vivir una situación económica no desahogada podría frenar a muchos pacientes de EPOC a la hora de decidirse a abandonar el tabaco, quizás influenciados por el hecho de que el sistema público de salud de España no financia -es decir, no cubre monetariamente- el proceso de deshabituación tabáquica. Según indica el doctor, "actualmente no hay ningún programa a nivel nacional en el que se financie el tratamiento del tabaquismo a ningún tipo de fumador”. O sea, que quien desee dejar de consumir cigarrillos tiene que ir a su neumólogo de referencia y a partir de aquí pagarse la parte que le corresponde de los fármacos. “Verdaderamente, una buena política socio-sanitaria sería facilitar el acceso a los tratamientos de antitabaquismo a los fumadores con EPOC”, afirma Jiménez Ruiz, que es neumólogo y director del Programa Integrado de Investigación en Tabaquismo (PII) de la SEPAR.
Financiación: podría suponer un ahorro de 4.258.000€ al cabo de cinco años
Es bien conocido que el 85% de los casos de EPOC están causados por el consumo del tabaco y que el tratamiento del tabaquismo es la única medida terapéutica que se ha mostrado eficaz para frenar el desarrollo de dicha patología respiratoria. El estudio ‘Budgetary impact analysis on funding smoking-cessation drugs in patients with COPD in Spain”, realizado por el Programa Integrado de Investigación en Tabaquismo (PII) y recientemente publicado en la revista 'International Journal of COPD', demuestra que la financiación de los tratamientos para dejar de fumar para pacientes con EPOC supondría un importante ahorro en el presupuesto sanitario español. “Si todos los fumadores con EPOC fueran tratados en unidades especializadas de tabaquismo, el ahorro para el Sistema Nacional de Salud ascendería a 4.258.000€ al cabo de cinco años”, comenta como primer firmante del estudio el doctor Jiménez Ruiz, en unas declaraciones recogidas por la SEPAR.
De todo ello se desprende que la no financiación del tratamiento del tabaquismo conlleva que los gastos sanitarios para atender a los pacientes con EPOC se disparen, ya que muchos de ellos son fumadores y el gasto sanitario medio del paciente con EPOC fumador es sensiblemente más alto que el del paciente con EPOC no fumador”, explica el facultativo. “Así pues, resulta más eficiente y rentable destinar más recursos económicos al principio para que dejen de fumar que no simplemente para tratar la EPOC”, añade Jiménez Ruiz.
Otra conclusión destacable del estudio es que los beneficios y el ahorro para el Sistema Nacional de Salud y los servicios de salud públicos en las diferentes Comunidades Autónomas españolas sería evidente desde el cuarto año de financiación. Además, toda la comunidad científico-médica nacional e internacional reconoce que el tratamiento del tabaquismo es una actividad prioritaria dentro del tratamiento integral de la EPOC. “Nosotros como sociedad científica, y como especialistas en salud respiratoria, tenemos el deber de mostrar estos datos a las autoridades sanitarias para que los conozcan y puedan tomar las medidas oportunas que permitan un importante ahorro a nuestro sistema. Los resultados aportados refuerzan indiscutiblemente la importancia de incluir los tratamientos del tabaquismo como prestación sanitaria del Sistema Nacional de Salud, al igual que se financian los tratamientos de cualquier enfermedad crónica”, señala la doctora Inmaculada Alfageme, presidenta de SEPAR.
Un fumador con EPOC lo tiene más difícil para dejar de fumar que uno sin EPOC
Según detalla a www.farmacosalud.com el doctor Jiménez Ruiz, “los fumadores con EPOC son un grupo especial de fumadores que tienen específicas dificultades para conseguir dejar de fumar. Son fumadores que tienen un alto grado de dependencia física por la nicotina, que tienen también una baja motivación para dejar de fumar y que tienen problemas de autoestima y de depresión que van a dificultar el hecho de tener éxito cuando hacen un serio intento de abandono del consumo de tabaco”. Para el neumólogo, un fumador con EPOC “sin duda lo tiene más difícil” para deshabituarse del tabaco con respecto a un fumador sin EPOC porque, aparte de los problemas de índole psicológica que suelen padecer los primeros, esta enfermedad respiratoria “hace que el fumador sea más adicto a la nicotina”, lo que entorpece aún más el intento de abandonar el tabaco.
En el estudio citado anteriormente se incluyeron solamente los tratamientos aprobados por el sistema, como la vareniclina, buropropion y las terapias de remplazo de nicotina. Asimismo, los investigadores entienden por financiación del tratamiento para dejar de fumar tanto el pago de los fármacos como toda la asistencia sanitaria requerida. El análisis se ha realizado extrayendo datos de diferentes estudios que cuantifican el número de pacientes de EPOC a España. Por un lado, el número de pacientes de EPOC que fuma y por el otro el coste del tratamiento de la EPOC en un fumador y en un no fumador, así como el coste de los tratamientos para dejar de fumar.
Cabe destacar que un paciente de EPOC que fume puede tomar los mismos fármacos y someterse a los mismos procedimientos para dejar el tabaco que un fumador sin EPOC, en caso de que ambos quieran abandonar el hábito tabáquico. “Los estudios que se han hecho con fumadores con EPOC han demostrado que el tratamiento ideal para este tipo de fumadores es apoyo psicológico+tratamiento farmacológico. Es el mismo tipo de tratamiento, apoyo psicológico+tratamiento farmacológico, que se debe dar a los fumadores que no padecen esta enfermedad. Los tratamientos son idénticos y sólo pueden variar en el hecho de que tal vez un fumador con EPOC pueda requerir una mayor intensidad en el apoyo psicológico. Este tipo de fumadores también pueden requerir más ‘agresividad’ en el tratamiento farmacológico, es decir, fármacos a más altas dosis durante más tiempo, y buscando una combinación entre ellos”, establece Jiménez Ruiz.
Dejar de fumar aumenta la productividad laboral en un 4,5%
Según SEPAR, el consumo de tabaco produce enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, respiratorias y diferentes cánceres. Las personas que fuman tienen peor salud que los no fumadoras y presentan una mayor susceptibilidad a las infecciones de vías respiratorias altas y a la gripe. En consecuencia, la morbilidad ocasionada por el tabaquismo genera un incremento del coste sanitario, ya que supone un mayor uso de recursos sanitarios. En este sentido, los pacientes con hábito tabáquico presentan mayores tasas de absentismo laboral, siendo las bajas laborales anuales más frecuentes y más prolongadas en pacientes fumadores que en no fumadores.
“En pacientes exfumadores, tras el primer año después de dejar de fumar, se ha comprobado un aumento de la productividad laboral de un 4,5% respecto a los trabajadores que continúan fumando. Dicha productividad crece con el tiempo hacia valores observados en trabajadores no fumadores”, explica la Dra. Isabel Nerín, neumóloga, miembro del Área de Tabaquismo de SEPAR y firmante del estudio titulado ‘Costes derivados del uso de servicios sanitarios y bajas laborales en pacientes fumadores: estudio en una comunidad urbana’, publicado recientemente en la revista científica Archivos de Bronconeumología.
Según los últimos datos publicados, la prevalencia del tabaquismo en España es del 24% en mayores de 15 años. Sin embargo, el consumo de cigarrillos no afecta solamente a los trabajadores fumadores. El tabaco también produce serias consecuencias en las personas no fumadoras que inhalan pasivamente el humo, y aunque son difíciles de estimar en términos económicos, pueden incrementar los costes del tabaquismo hasta en un 15%, en función de las medidas reguladoras establecidas en cada país. “Nuestro estudio muestra que el coste sanitario anual en fumadores es de 848,64€ y de 474,71€ en no fumadores, lo que supone un sobrecoste del 44%”, asegura la Dra. Nerín.
El sobrecoste generado por los pacientes fumadores está directamente relacionado con la mayor utilización de los servicios sanitarios evaluados, el mayor consumo de fármacos de uso crónico y con el incremento de los días de baja laboral por incapacidad temporal. “El hecho de ser fumador incrementa más del doble la probabilidad de ser una persona de elevado coste sanitario. Los resultados obtenidos indican que en pacientes no fumadores la media de días de baja laboral por incapacidad temporal se sitúa en 7, mientras que en pacientes fumadores es de 11”, añade.
Exfumadores: pueden generar más gasto sanitario en los primeros años tras la cesación
Cabe destacar que los pacientes exfumadores pueden generar más gasto sanitario que los no fumadores en los primeros 4 años después de la cesación. Estudios publicados demuestran que los pacientes exfumadores de menos de 3 años suponen un 46% más de gasto de hospitalización. Los de 3-15 años un 22% y a partir de los 15 años el coste es similar a los que nunca han fumado. En relación a los costes indirectos, hay una evidencia consistente de que el tabaquismo incrementa tanto el riesgo como la duración del absentismo laboral. El estudio revela que el coste anual por incapacidad temporal y pérdida de productividad es de 2.253,90€ en fumadores y de 1.434,90€ en no fumadores, lo que supone una pérdida de 819,60€ por fumadores. “En el ámbito laboral, se deberían promover políticas y programas orientados a los trabajadores para fomentar el cese del hábito tabáquico, ya que supondría un ahorro económico y una importante mejora de la productividad laboral”, afirma la Dra. Nerín.
En España, a pesar de las medidas puestas en marcha en los últimos años, una de cada siete muertes ocurridas al año en individuos mayores de 35 años es atribuible al consumo de tabaco. La financiación pública del tratamiento del tabaquismo puede ser una medida para contribuir a medio plazo a la reducción de costes sanitarios y sociales relacionados con el tabaco. “Es necesario que la prevención y el tratamiento del tabaco sean prioridad dentro de las políticas sanitarias para contribuir así a la contención del sobrecoste sanitario y social que supone el consumo de tabaco a lo largo de la vida”, afirma la Dra. Inmaculada Alfageme, presidenta de SEPAR.
semFYC propone realizar un seguimiento del consumo del cigarrillo electrónico
Por otra parte, la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) lleva tiempo insistiendo en la necesidad de que los cigarrillos electrónicos se regulen igual que el tabaco, que se prohíba su uso en los locales cerrados y su venta a menores, así como que se controle su publicidad. Desde el Grupo de Abordaje al Tabaquismo (GAT) de semFYC se propone realizar un seguimiento de su consumo a través de la Encuesta Nacional de Salud como medida válida para controlar el uso real que se hace de estos dispositivos en España.
“La realidad”, subraya el presidente de semFYC, el doctor Josep Basora, “es que pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha prohibido expresamente que se anuncien como una opción de tratamiento para dejar de fumar y recomienda su regulación para evitar que los jóvenes comiencen a utilizarlos, y que también nuestro Sistema Nacional de Salud estudia desde el año pasado equiparar su uso al del tabaco, se siguen comercializando como un método para dejar de fumar. Debemos ser más estrictos, ya que la falta de regulación y control ha facilitado que exista una variabilidad significativa entre los dispositivos y las cantidades de nicotina que llevan, desconociendo el efecto real sobre la salud”.
La coordinadora del GAT, la doctora Ana Mª Furió, recuerda también que “hasta la fecha son pocos y de escasa calidad los estudios realizados sobre los cigarrillos electrónicos. Sin embargo, sí que se han podido extraer algunas conclusiones como la existencia de diferentes grados de toxicidad según las sustancias que contienen”. En este sentido, semFYC ha puntualizado que, al igual que sucedió con el tabaco y otras sustancias manifiestamente tóxicas, hasta dentro de varios años no habrá pruebas concluyentes sobre sus efectos tóxicos a largo plazo; si bien es cierto que el consumo de cigarrillos electrónicos “puede suponer una puerta de entrada al consumo de cigarrillos entre los jóvenes y a la vuelta de la normalización del tabaquismo, convirtiendo a los fumadores que lo habían dejado en consumidores de e-cigarrillo, evitando la abstinencia completa y exponiendo a la persona a un tóxico nuevo y desconocido”, comenta Furió.
Algunos cartuchos contienen componentes potencialmente peligrosos
Los cigarrillos electrónicos son un producto de consumo que se presenta como de riesgo menor que los productos de tabaco convencionales. Se componen de una batería, un atomizador y un cartucho reemplazable. La mayoría de cartuchos reemplazables contienen nicotina suspendida en propilenglicol o glicerina y agua, pero algunos también contienen componentes potencialmente peligrosos (formaldehído, acetaldehído, acroleína, nitrosaminas y metales pesados) con variaciones importantes entre los diferentes modelos, informa semFYC.
De acuerdo con las mismas fuentes, lo cierto es que ningún organismo alimentario ni sanitario puede garantizar el contenido real del líquido que llevan los cartuchos reemplazables. Estos dispositivos están diseñados de forma similar a los cigarrillos clásicos, liberando determinadas dosis de nicotina y otras sustancias mediante un proceso de calentamiento que, en ocasiones, proporciona el mismo sabor que un cigarrillo clásico. La nicotina se inhala en las vías aéreas directamente, por lo que su potencial de reforzar la adicción es elevado.
Advertencia a niños, adolescentes, embarazadas y mujeres en edad fértil
Existen cerca de 500 marcas de cigarrillos electrónicos y más de 7.000 sabores. La mayoría de los estudios realizados hasta la fecha son de escasa calidad por su pequeño tamaño en la muestra y poco rigor en el diseño, aseguran desde semFYC. A lo que añaden: Entre las pocas conclusiones que se pueden extraer están las siguientes:
-No se sabe si los cigarrillos electrónicos son más seguros que los clásicos, por lo que actualmente no se puede incentivar su utilización.
-Se deben evaluar los efectos de las diferentes sustancias que llevan, y la inhalación de éstas varias veces al día durante meses o años. A corto plazo hay un estudio que ha mostrado efectos fisiológicos adversos sobre la función pulmonar, así como una probabilidad más alta de sufrir daños en el ADN y muerte celular en las células afectadas por el vapor del cigarrillo electrónico (independientemente de si contenían nicotina o no).
-No olvidemos que contienen nicotina, que es un producto muy tóxico y tremendamente adictivo. La nicotina altera procesos biológicos esenciales. El principal riesgo sanitario de la exposición a la nicotina, además de su inhalación, es por ingestión o contacto cutáneo. En la mayoría de los países no se vigilan este tipo de incidentes, pero informes realizados en EEUU y Reino Unido indican que el número de casos notificados por intoxicación a nicotina ha aumentado sustancialmente.
-Las pruebas científicas son suficientes para advertir a los niños y adolescentes, a las embarazadas y a las mujeres en edad fértil sobre las posibles consecuencias a largo plazo que su uso podría conllevar para el desarrollo cerebral.
-Los cigarrillos electrónicos representan un riesgo para la salud pública, ya que pueden significar:
a) Una puerta de entrada al consumo de cigarrillos entre los jóvenes.
b) Volver a normalizar el tabaquismo.
c) Convertir a los exfumadores en consumidores de cigarrillos electrónicos, evitando la abstinencia completa y exponiendo su salud a un nuevo y desconocido tóxico.